Las actas de la reunión de octubre de la Reserva Federal de EE.UU. publicadas el miércoles revelan que los miembros de su dirección están profundamente divididos respecto al rumbo de la política de tasas de interés. El ampliamente anticipado nuevo recorte de tasas en la reunión de diciembre, anteriormente considerado casi un hecho, está lejos de ser una decisión tomada.
Estas divisiones reflejan la naturaleza altamente incierta de la economía estadounidense. Por un lado, parece estar impulsándose gracias a enormes inversiones de capital —que ascienden a billones de dólares— en la construcción de centros de datos para inteligencia artificial (IA).
Por otro lado, amplios sectores de la economía están estancados o en recesión, mientras grandes corporaciones están llevando a cabo despidos masivos, que a menudo incluyen a decenas de miles de trabajadores de una sola vez.
Incluso aunque los acuerdos ligados a la IA han provocado un auge en Wall Street, hay una creciente inquietud ante la posibilidad de que este boom desemboque en un colapso, debido a que los ingresos generados por la IA podrían ser insuficientes para financiar las colosales inversiones de capital.
Las divisiones en la reunión de octubre —en la que se adoptó el segundo recorte de tasas de un cuarto de punto porcentual del año— giraron en torno a si se implementaría otro recorte en la siguiente reunión. El Financial Times (FT) afirmó que las actas subrayaron “la creciente escisión sobre el costo de los préstamos”.
El Wall Street Journal (WSJ) informó que las actas “mostraron un comité tan dividido como en cualquier otro momento reciente sobre qué hacer en su próximo encuentro”.
“Al debatir el curso a corto plazo de la política monetaria, los participantes expresaron puntos de vista fuertemente divergentes sobre qué decisión política sería probablemente más adecuada en la reunión de diciembre del comité”, indican las actas del Comité Federal de Mercado Abierto.
Las divisiones se reflejaron en la decisión de octubre, que supuso una división en tres frentes. Mientras que la mayoría apoyó la postura del presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, de un recorte de un cuarto de punto, el aliado de Trump, Stephen Miran, abogó por un recorte de medio punto, mientras que el presidente de la Fed de Kansas City, Jeff Schmid, abogó por mantener las tasas sin cambios.
En el momento de la decisión, Powell señaló el creciente respaldo a una pausa en los recortes de tasas al advertir a los mercados que una baja adicional en diciembre no era una “conclusión previsible”.
La creciente oposición a más recortes quedó reflejada en las actas. Estas mostraban que, si bien “la mayoría de los participantes consideraban que serían apropiados más ajustes a la baja en el rango objetivo para la tasa de fondos federales”, “varios de estos participantes” indicaron que diciembre podría ser demasiado pronto.
La incertidumbre se expresó a lo largo de toda la discusión, según las actas. Estas señalan que “varios” miembros dijeron que favorecerían un recorte en diciembre “si la economía evolucionaba más o menos como esperaban durante el período entre reuniones”. Sin embargo, “muchos” sugirieron que, “de acuerdo con sus perspectivas económicas, probablemente sería apropiado mantener el rango objetivo sin cambios durante el resto del año”.
Los opositores a un nuevo recorte, entre los cuales Schmid ha sido hasta ahora el portavoz, temen que la inflación esté comenzando a aumentar nuevamente, ya que actualmente se mantiene en el 3 por ciento, muy por encima de la meta del 2 por ciento establecida por la Fed.
Quienes apoyan un nuevo recorte argumentan que la inflación causada por los aumentos arancelarios del presidente Trump será un fenómeno puntual y que la Reserva debería ignorarla. Sus opositores sostienen que, como durante la pandemia, las empresas trasladarán el aumento de los costos al consumidor. Lo que subyace a esta posición es la preocupación de que esto genere nuevas luchas salariales por parte de la clase trabajadora.
Los miembros más “halcones” de la Reserva, que además de Schmid incluyen a la presidenta de la Fed de Boston, Susan Collins, y al gobernador Michael Barr, sostienen que la inflación es excesiva al 3 por ciento y que el crecimiento sigue siendo resistente.
Sus oponentes, entre los que se encuentra Christopher Waller —gobernador de la Fed y uno de los principales candidatos a presidirla tras la salida de Powell en mayo próximo—, argumentan que un mercado laboral débil justifica otro recorte.
En una intervención el lunes en Londres, Waller dijo que su “lectura de los datos” lo llevaba a favorecer una nueva baja en diciembre. Señaló que el mercado laboral seguía siendo “débil y cercano al punto muerto”, mientras que la inflación solo había mostrado “efectos relativamente leves por los aranceles”, y que las expectativas de precios para los próximos meses estaban “bien ancladas”.
El presidente de la Fed de Nueva York, John Williams, también ha expresado su apoyo a otro recorte en lo que queda del año, aunque mantiene que cualquier decisión debe basarse en los datos. Pero el cierre gubernamental de 40 días ha hecho que no se disponga de datos regulares, y la Reserva no contará con el rango habitual de estadísticas en su reunión de diciembre.
Dado este problema, las cifras de septiembre publicadas ayer —que muestran tanto un aumento en la creación de empleo como un incremento en la tasa de desempleo— difícilmente sean una guía útil.
Todavía está por verse cómo impactará en los mercados esta aparente resistencia a un recorte en diciembre, en un contexto en el que Wall Street lo había dado prácticamente por hecho, y cómo interactuará con otras preocupaciones.
Una de ellas es que el auge de la IA podría haber alcanzado su punto máximo. Esta semana, el Bank of America informó que el 45 por ciento de los administradores de fondos globales identificaron una burbuja de IA como uno de los mayores riesgos para el mercado.
Las advertencias se centran en mecanismos de financiación “circulares”, como el desarrollado por el fabricante líder de chips Nvidia, que realiza grandes inversiones de capital en empresas que luego compran sus productos, en el papel creciente de la deuda para financiar acuerdos de IA, y en la creciente brecha entre el gasto de capital y los ingresos esperados.
A principios de esta semana, Wall Street estaba en vilo ante la publicación de los resultados trimestrales de Nvidia. Según el WSJ, “rara vez un informe de ganancias de una sola empresa ha sido recibido con tanta expectación nerviosa”.
Antes de que se publicara el informe, se pronosticaba que, si los resultados eran inferiores a los esperados, las acciones de Nvidia caerían más de un 6 por ciento, con un aumento similar si los superaban.
En el evento, las ventas de la empresa alcanzaron un récord de 57.000 millones de dólares durante el trimestre de octubre, con previsiones de que seguirán creciendo. El director general de Nvidia, Jensen Huang, declaró que “hemos entrado en el círculo virtuoso de la IA” y que esta está “en todas partes, haciendo de todo, todo al mismo tiempo”. Sin embargo, incluso con los resultados de Nvidia y el entusiasmo de Huang, los mercados cayeron.
Además de tener que establecer su política monetaria en condiciones cada vez más inciertas, la Reserva también está lidiando con indicios de posible turbulencia financiera centrados en el mercado de repos ultracorto. Este es un mercado en el que las empresas financieras obtienen efectivo a través del uso de bonos del Tesoro como garantía, con la obligación de recomprarlos al día siguiente (de ahí el término “repo”).
Recientemente, la tasa de interés en este mercado ha estado por encima de la tasa de fondos federales, lo que indica un endurecimiento de la liquidez.
La gobernadora de la Fed, Lisa Cook, responsable de la estabilidad financiera, dijo ayer que los fondos especulativos apalancados con préstamos, involucrados en transacciones del mercado de bonos del Tesoro, lo estaban haciendo “más vulnerable a tensiones”. Sus preocupaciones se enfocan en la llamada operación de “basis trade”, en la que inversores piden prestadas ingentes sumas de dinero para aprovechar mínimas diferencias entre el precio de un bono en el mercado de contado y su equivalente en el mercado de futuros.
La semana pasada, Williams celebró una reunión no programada con intermediarios de Wall Street para analizar el funcionamiento del mercado de repos. Según el FT, esto ocurrió en un momento “en que los bancos, inversores y funcionarios están preocupados por las señales de tensión en un rincón arcano pero vital del sistema financiero estadounidense”.
Hace dos días, una nota de Reuters señaló que el costo del préstamo nocturno en los mercados de repos “se ha mantenido tercamente alto y se espera que siga elevado hacia fin de año a pesar del reciente alivio de la Fed, añadiendo otra capa de tensión a unos mercados financieros ya frágiles”.
(Publicado originalmente en ingles el 20 de de 2025)
