Desde que el canciller Friedrich Merz (Unión Demócrata Cristiana, CDU) declaró que los inmigrantes son un problema para el “entorno urbano” de Alemania, la agitación contra los refugiados por parte de los democristianos (CDU/CSU) ha tomado formas cada vez más repulsivas. Incluso el ministro de Exteriores Johann Wadephul, político de derecha del CDU y fiel seguidor de Merz, no se ha salvado.
Tras visitar los campos de ruinas inhabitables que se extienden por kilómetros en las afueras de la capital siria, Damasco, el ministro de Exteriores afirmó lo obvio: que personalmente nunca había visto tal grado de destrucción. En el corto plazo, los refugiados no podían regresar a esa zona. “Casi nadie puede vivir verdaderamente aquí con dignidad”, dijo Wadephul.
Dentro de la CDU/CSU esto desató una tormenta de indignación. Figuras dirigentes del partido reafirmaron su determinación de deportar lo más pronto posible a los refugiados sirios que viven en Alemania de regreso a ese infierno inhabitable.
“La guerra civil en Siria ha terminado, y para la mayoría de los sirios que abandonaron el país, regresar a amplias zonas del territorio es razonable”, declaró al tabloide Bild el vicepresidente del grupo parlamentario, Günter Krings. El grado de destrucción de un país no era argumento contra un “retorno voluntario o forzoso”.
El presidente estatal del CDU y ministro de economía de Sajonia-Anhalt, Sven Schulze, exigió una estrategia para el regreso rápido de los refugiados. “Un país parcialmente destruido y con peores condiciones de vida que Alemania” no eran razones suficientes. El líder del bloque parlamentario, Jens Spahn, declaró que era el “deber patriótico” de los refugiados sirios ayudar a reconstruir su patria.
El ministro del Interior, Alexander Dobrindt (CSU), anunció que su ministerio negociaba con el régimen de Damasco acuerdos “que permitan el retorno a Siria”. Este mandato proviene del acuerdo de coalición y se implementará en consecuencia. El Ministerio del Interior ya ha decidido no permitir “viajes de exploración” de refugiados a Siria. Si visitan su antiguo país para evaluar la situación, se arriesgan a no poder regresar a Alemania.
El canciller Merz también se pronunció a favor del retorno rápido de los refugiados sirios. La guerra civil en Siria había terminado, dijo. “Actualmente ya no existen razones para otorgar asilo en Alemania, y por lo tanto podemos comenzar con las deportaciones”. Dijo contar con que una gran parte de los refugiados regresarían voluntariamente a Siria y participarían en la reconstrucción. “Aquellos que permanezcan en Alemania y se nieguen a regresar podrán, por supuesto, seguir siendo deportados en el futuro”, agregó.
El ministro Wadephul se había reunido con el nuevo gobernador sirio Ahmed al-Sharaa en Damasco. Ahora, el canciller ha invitado a al-Sharaa a Berlín para discutir la deportación de delincuentes sirios. Esto a pesar de que la milicia islamista HTS de al-Sharaa, una rama de Al Qaeda, continúa actuando contra opositores políticos y minorías alauitas y drusas, y a pesar de que el presidente interino no tiene ninguna legitimidad democrática. Israel también continúa bombardeando repetidamente objetivos en Siria.
El martes, Wadephul se reunió con la fracción parlamentaria del CDU/CSU. Según los participantes, aseguró a los diputados que no era ningún “blando” y que apoyaba los retornos a Siria. Pero como se negó a retractarse de su comentario sobre las condiciones de vida indignas en el país y añadió que la destrucción en Siria supera la de Alemania tras la Segunda Guerra Mundial, los ataques en su contra se volvieron aún más estridentes.
“Tras puertas cerradas, los primeros ya piden la dimisión de Wadephul”, informó el semanario Der Spiegel. Jens Spahn acusó indirectamente al ministro de dañar la imagen de la coalición.
Para las 950.000 personas de origen sirio que actualmente viven en Alemania, la agitación de la CDU/CSU implica una inseguridad existencial y un peligro físico. Una proporción relativamente alta de ellos, un total de 226.000, están empleados y tienen ingresos regulares; pagan impuestos y cotizaciones a la seguridad social.
En algunas áreas, su deportación tendría consecuencias graves. Por ejemplo, alrededor de 7.000 médicos sirios trabajan en Alemania, la mayoría en hospitales. Incluyendo a los sirios naturalizados, la cifra asciende a unos 15.000. Otros 80.000 sirios trabajan en sectores con escasez de mano de obra —puestos particularmente difíciles de cubrir—.
Sin embargo, la agitación no solo va dirigida contra los refugiados e inmigrantes, sino que cumple también objetivos políticos internos. Fortalece a la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) y desplaza el eje de todo el aparato político oficial cada vez más a la derecha.
El Gobierno alemán sabe que su política de guerra, los enormes gastos en rearme, los recortes sociales vinculados, la ola de despidos en las industrias exportadoras y la creciente desigualdad entre ricos y pobres están enfrentando una resistencia creciente. A pesar de un billón de euros en nuevos préstamos para armamento e infraestructura relacionada con el ejército, el presupuesto federal ya presenta un déficit de 170.000 millones de euros hasta 2029, el cual el ministro de Finanzas y líder del SPD, Lars Klingbeil, planea cerrar mediante recortes sociales.
En el verano, el canciller Merz declaró: “Ya no podemos permitirnos el Estado del bienestar”. Las asociaciones patronales exigen recortes drásticos en salud y pensiones. En su más reciente informe sobre la situación económica en Europa, el Fondo Monetario Internacional (FMI) demanda medidas radicales para desactivar la explosiva crisis de la deuda: las pensiones, la atención en salud y muchos otros beneficios estatales no son financieramente viables a mediano y largo plazo en su forma actual. Estas medidas, sostiene el FMI, probablemente enfrentarán una feroz resistencia popular.
La agitación contra los refugiados los convierte en chivos expiatorios de la crisis social y, al mismo tiempo, fortalece a los elementos ultraderechistas necesarios para intimidar y reprimir la resistencia popular. Donald Trump utiliza los mismos métodos en EE.UU.
El SPD y el partido La Izquierda desempeñan un papel particularmente pérfido en este giro a la derecha. Aunque a veces critican las declaraciones abiertamente racistas del CDU y se distancian verbalmente del AfD, en todas las cuestiones decisivas apoyan su política contra los refugiados, de guerra y de austeridad.
Como parte de la coalición gobernante con los democristianos, el SPD asume plena responsabilidad por la línea derechista de Merz y Dobrindt. Ocupando los ministerios de Defensa y Finanzas, el SPD dirige las dos carteras clave responsables del rearme y los recortes sociales.
El partido La Izquierda funciona como pararrayos de la coalición Merz-Klingbeil-Dobrindt. Con sus votos no solo permitió la aprobación de los créditos de guerra en el Bundesrat, sino también la rápida elección de Merz como canciller, además de apoyar plenamente la política gubernamental de deportaciones y recortes sociales en los estados federados y municipios.
Los trabajadores no deben dejarse dividir. Deben defender de forma incondicional a los refugiados e inmigrantes contra las deportaciones y la incitación derechista. Solo así podrán defender sus propios derechos democráticos y sociales.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 6 de noviembre de 2025)
