El fin de semana tuvo lugar en Hamburgo una de las maniobras militares más amenazantes del período de posguerra. Bajo el título Red Storm Bravo, cientos de soldados, policías y autoridades civiles fueron movilizados para ensayar el traslado de tropas y equipos pesados hacia el este para la guerra contra Rusia. Al mismo tiempo, el gobierno está implementando una ofensiva de rearme de proporciones históricas, ampliando las facultades de la Bundeswehr (fuerzas armadas) en territorio nacional y promoviendo la reestructuración autoritaria del Estado.
Los acontecimientos en Alemania están directamente vinculados al rápido desarrollo de una dictadura en Estados Unidos. Allí, el presidente Donald Trump ordenó el despliegue del ejército contra manifestantes en Portland durante el fin de semana y pidió explícitamente el uso “total” de la fuerza. La misma lógica, los mismos métodos ahora se están imponiendo en Europa. La clase dominante no solo se está preparando para una guerra mundial, sino también para aplastar cualquier resistencia de la clase trabajadora mediante una represión brutal.
Los medios burgueses intentaron en gran medida minimizar la maniobra Red Storm Bravo. Sin embargo, la revista semanal Der Spiegel habló de una “guerra de prueba” y de una “decisión consciente de la Bundeswehr… de enviar una señal a la población”. En realidad, estas maniobras marcan una nueva etapa en la construcción de una máquina de guerra que también está dirigida contra la población del país.
A lo largo de la ciudad de Hamburgo, columnas de vehículos militares se desplazaron apoyadas por la policía y las autoridades de protección civil. Se practicó el traslado de decenas de miles de tropas de la OTAN a través de infraestructura civil. Aún más alarmante fue un componente del ejercicio que implicó el despliegue de soldados contra manifestantes antibelicistas. El Estado se está preparando abiertamente para utilizar al ejército contra protestas y huelgas dirigidas contra la guerra.
Estas maniobras constituyen una advertencia: cuanto más avanza la clase dominante en Alemania con su ofensiva de guerra contra Rusia, más intensifica la represión a nivel interno.
Pocos días antes de Red Storm Bravo, el gabinete aprobó una ley que amplía de forma masiva las facultades de la Bundeswehr. Como informó Legal Tribune Online, la policía militar puede ahora operar no solo dentro de los cuarteles, sino también en espacios públicos contra civiles. Bajo el pretexto de la “lucha contra el terrorismo”, drones, sistemas de vigilancia digital y fuerzas armadas están siendo integrados en la vida urbana cotidiana.
Esto allana el camino para el despliegue del ejército en el interior, algo prohibido por la constitución. La clase dominante responde a la creciente oposición popular a la guerra, los ataques sociales y las medidas autoritarias. Está preparando sistemáticamente a la Bundeswehr para ser usada dentro del país contra trabajadores, jóvenes y manifestantes.
Estas medidas autoritarias van de la mano con la mayor ofensiva de rearme desde los años 30. Tras aprobar créditos de guerra por €1 billón —con el respaldo de todos los partidos, incluido el Partido de La Izquierda y Los Verdes—, el gobierno está llevando a cabo rápidamente proyectos de armamento por miles de millones. Según un documento gubernamental citado por Politico, el gobierno planea un gasto en defensa de más de €80.000 millones en los próximos 15 meses. Un total de 154 grandes proyectos están en agenda, desde nuevos vehículos blindados con ruedas y drones de combate, hasta fragatas modernas.
El ítem más caro son las fragatas clase F-127, con un costo superior a los 26.000 millones de euros, y destinadas a definir la marina durante décadas. A esto se suman miles de millones para sistemas de defensa aérea como el Iris-T, nuevos misiles Patriot y una versión modernizada de los misiles de crucero Taurus Neo.
El enfoque está sobre todo en fortalecer la industria armamentista europea. Solo el 8 por ciento de los fondos se destinan a Estados Unidos, una clara señal de que Berlín y la Unión Europea pretenden desarrollar la capacidad de ser una potencia militar independiente. Esto se complementa con un programa de militarización del espacio de varios miles de millones de euros.
El jueves, el ministro de Defensa, Boris Pistorius (Partido Socialdemócrata, SPD), declaró que Alemania quería liderar militarmente a Europa no solo en tierra, sino también en el espacio. “Alemania está preparada para asumir más responsabilidades —como pionera entre las naciones europeas— y esta responsabilidad no termina en la estratósfera, al contrario”. Por ello, se están creando estructuras “dentro de la Bundeswehr que nos permitan defendernos y disuadir eficazmente en el espacio a mediano y largo plazo”. La Bundeswehr era “una parte importante de una arquitectura nacional de seguridad espacial”.
Con ese fin, el gobierno está “poniendo dinero real sobre la mesa”. Solo hasta 2030, planea gastar “fondos presupuestarios por valor de 35.000 millones de euros en proyectos”.
Todas estas medidas, financiadas mediante recortes masivos en educación, salud y gasto social, se llevan a cabo en el contexto de una escalada masiva contra Rusia. Políticos y medios alemanes de alto nivel han declarado abiertamente que Alemania ya está “en guerra” con Moscú.
Como el WSWS advirtió, la OTAN está usando supuestas violaciones del espacio aéreo por aviones y drones rusos para escalar la guerra aún más y se está preparando para un enfrentamiento directo con la mayor potencia nuclear del mundo.
Las maniobras en Hamburgo forman parte de esto. Sirvieron para la preparación logística del frente oriental de la OTAN, el posible teatro de guerra contra Rusia. El gobierno se está colocando a la cabeza de esta ofensiva y está retomando directamente los objetivos bélicos centrales de Alemania en ambas guerras mundiales: el control de Ucrania, el acceso a los recursos naturales de Rusia y la dominación del continente euroasiático. Hoy, Berlín vuelve a perseguir estas ambiciones estratégicas megalómanas.
Al mismo tiempo, la militarización en Alemania es inseparable del desarrollo de una dictadura en Estados Unidos. Aquí también, la clase dominante responde a la profunda crisis del capitalismo, los crecientes conflictos internacionales y la creciente resistencia de la clase trabajadora con guerra en el exterior y dictadura en el país.
La clase dominante no solo se está armando contra Rusia. Se está preparando para una resistencia inevitable dentro de su propio país. Los recortes presupuestarios, el aumento vertiginoso de los precios y la creciente desigualdad social se enfrentan a una oposición masiva. Millones de personas rechazan la política de guerra.
Este es el trasfondo de las maniobras como Red Storm Bravo, de las nuevas facultades de la Bundeswehr y de la militarización de la política interna. Al igual que en la víspera de la Segunda Guerra Mundial, cuando la clase dominante llevó a Hitler al poder, es consciente de que solo puede imponer su rumbo de guerra y austeridad por medios dictatoriales.
La clase trabajadora debe y puede detener este desarrollo. Para ello necesita sus propias organizaciones independientes de lucha y una estrategia socialista internacional que vincule la lucha contra la guerra con la lucha contra su causa: el capitalismo.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 29 de septiembre de 2025)
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