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No hay oposición en el parlamento alemán a las políticas de guerra y austeridad del canciller Merz

El canciller alemán Friedrich Merz asiste a la reunión del gabinete en la cancillería en Berlín, Alemania, el miércoles 10 de septiembre de 2025. [AP Photo/Markus Schreiber]

La continuación del debate presupuestario el miércoles subrayó no solo las políticas de guerra insanas y de austeridad brutal del gobierno de coalición entre los demócratas cristianos (CDU/CSU) y los socialdemócratas (SPD), sino, sobre todo, dejó en claro que dentro del Bundestag (parlamento federal) no existe ninguna oposición seria a estas políticas.

Aunque adoptó un tono algo más moderado que en su célebre discurso presupuestario antes del receso de verano, Merz dejó una vez más completamente claro el programa ultraderechista de su gobierno. Una vez más, presentó el absurdo panorama de un ataque inminente de Rusia a Alemania para justificar la loca campaña de rearme y los preparativos de guerra contra ese país. “Putin lleva tiempo poniendo a prueba los límites”, declaró.

En relación a la guerra en Ucrania, Merz advirtió que para su gobierno no puede considerarse ninguna paz “a costa de la soberanía política e integridad territorial de Ucrania”. En otras palabras: el gobierno tiene la intención de continuar y escalar la guerra hasta que la OTAN haya conquistado Crimea —una meta que no solo hace posible, sino probable, una confrontación nuclear.

Para implementar esta locura, el gobierno está planeando el mayor programa de rearme desde Hitler. Solo para el próximo año se prevé un gasto militar de 128.000 millones de euros, que aumentará hasta 153.000 millones en 2029, financiado íntegramente con el presupuesto regular. A esto se suman numerosos proyectos de infraestructura destinados a preparar al país entero “para la guerra”.

Junto a estos espantosos gastos militares, los ricos reciben una vez más decenas de miles de millones. Dos tercios de los 46.000 millones de euros en recortes fiscales planeados están reservados para personas que ganan más de 180.000 euros al año, es decir, el 1 por ciento más rico de la sociedad.

El gobierno planea arrebatar estas cantidades astronómicas a la clase trabajadora. En medio del aumento del desempleo y despidos masivos en la industria, el gasto en el Bürgergeld (prestación social) será recortado en unos 5.000 millones de euros. “Queremos que todos los que puedan trabajar, trabajen,” declaró Merz, divagando sobre el supuesto “abuso del sistema” que hay que limitar.

En lo referente a pensiones, educación y sanidad, Merz se limitó a mencionar comisiones de investigación que supuestamente estudian formas de recortar el gasto, y por lo demás recurrió a frases vacías sobre justicia y el estado del bienestar. Todas las medidas concretas que su gobierno ya está preparando, como la introducción de copagos por consultas médicas, fueron evitadas deliberadamente.

Esto fue posible porque los partidos de la oposición no ofrecieron resistencia seria a los recortes generalizados que el gobierno está llevando a cabo. A pesar del teatro parlamentario, gobierno y oposición estuvieron unidos en lo esencial. Merz aprovechó su discurso para hacer un llamado a una alianza de “todas las fuerzas constructivas de nuestro país” para implementar las políticas de guerra del gobierno—y la oposición aceptó la oferta.

La ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) se ve a sí misma como la fuerza impulsora de todo esto. Argumentan que los recortes del gobierno no van lo suficientemente lejos. La bancada de la AfD presentó alrededor de mil enmiendas antes del debate. En ellas defendieron el gasto masivo en las fuerzas armadas y el aparato estatal, así como los regalos fiscales a los ricos, pero exigieron recortes sociales aún más profundos para reducir el endeudamiento. Según la AfD, el recorte al Bürgergeld no debería ser de €5.000 millones de euros, sino de al menos 14.000 millones.

Todos los partidos establecidos han apoyado y normalizado deliberadamente a la AfD dentro del trabajo parlamentario porque la necesitan para imponer este programa ante la creciente resistencia popular.

No sorprende, entonces, que la líder de la AfD, Alice Weidel, abriera el debate con una amenaza descarada a todos los opositores políticos. Retomó la campaña del gobierno de Trump en EE.UU. tras la muerte del fascista Charlie Kirk, que busca aterrorizar y silenciar a cualquiera que critique las posiciones de Kirk o de Trump. Weidel elogió a Kirk como un “conservador, cristiano devoto” y “ferviente defensor de la libertad de expresión”, antes de exigir que se adopte un enfoque similar en Alemania. Tildó al partido La Izquierda y a Los Verdes como “partidos radicales de izquierda” que supuestamente quieren “fusilar a los ricos o meterlos en campos de trabajo”.

Mientras la AfD empuja al gobierno hacia la derecha y este implementa buena parte del programa fascista, Los Verdes y el partido La Izquierda se arrastran tras el gobierno de Merz. Los Verdes ya habían facilitado la aprobación de un billón de euros en créditos de guerra y ahora critican al gobierno desde la derecha. La líder parlamentaria verde, Katharina Dröge, se dirigió directamente a Merz: “Usted no puede ayudar a Donald Trump. Usted no puede ayudar a una economía mundial difícil”. Pero lo que el gobierno está haciendo por el empresariado en esta situación, “no es ni de lejos suficiente,” insistió Dröge. En particular, exigió reducir el impuesto a la electricidad para todas las empresas.

Más allá de unas pocas frases vacías sobre mejoras sociales para familias, inquilinos y niños—nada de lo cual implementaron durante su estancia en el gobierno—Dröge se concentró en criticar al gobierno por no impulsar con suficiente agresividad la guerra contra Rusia. Exigió otros €10.000 millones en armamento para Ucrania y más sanciones contra Rusia.

El partido La Izquierda también había aprobado los créditos de guerra en el Bundesrat (la cámara alta del parlamento) y allanado el camino para la rápida elección de Merz como canciller. En el debate presupuestario, su lideresa Heidi Reichineck también evitó referirse directamente al rumbo de guerra contra Rusia y a los planes de rearme. Tras algunas bromas sobre el rearme en general, habló casi exclusivamente sobre cuestiones sociales, sin mencionar los enormes recortes del gobierno. Con su falta de seriedad ostensiva, presentó una simple lista de deseos sociales.

Lejos de movilizar resistencia contra la austeridad, apeló a la conciencia del exgerente de Blackrock y actual canciller Merz: “¡Mire a la cara a la gente y dígales que viven por encima de sus posibilidades! Si no se atreve a decirlo porque aún conserva algo de decencia, entonces quizás aún podamos salvar algo en el próximo presupuesto”.

Todo el discurso de Reichineck fue una trivialización del peligro agudo de la guerra y de la inminente devastación social. Al final, incluso subrayó su coincidencia fundamental con la política de guerra: “Puedo asegurarles: mi partido está en solidaridad con Ucrania, aunque nuestros caminos puedan diferir”. Ese “camino distinto” consiste en disfrazar el curso de guerra con algo más de diplomacia para hacer que los intereses de la OTAN y la UE se impongan de manera más efectiva.

Particularmente cínico fue su llamado al final del discurso: “¡Todas las miradas a Gaza! No pueden seguir oponiéndose a las sanciones. Nadie aquí puede guardar silencio ante lo que está ocurriendo allí”. Reichineck ya había negado el brutal genocidio de Israel y repetidamente enfatizó el “derecho de Israel a la autodefensa”. En un momento en que el gobierno ultraderechista de Netanyahu está llevando a cabo el genocidio del pueblo palestino, la clase dominante en su conjunto busca cubrir sus huellas. El propio Merz intentó en días recientes crear una coartada con el anuncio puramente simbólico de un “ alto parcial ” en las exportaciones de armas a Israel. En la práctica, el apoyo alemán a Israel continúa sin interrupciones.

El debate dejó completamente claro: los trabajadores y jóvenes que quieren luchar contra el genocidio y la guerra, contra el rearme y el reclutamiento, y contra la devastación social, no pueden confiar en ningún partido del Bundestag. La única forma de detener el camino hacia la guerra y evitar la catástrofe es a través de la movilización independiente de la clase trabajadora sobre la base de un programa socialista.

(Artículo originalmente publicado en inglés el 18 de septiembre de 2025)

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