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Huelgas nacionales convocadas en Italia, Bélgica y Portugal mientras estalla la ira social en toda Europa

Huelgas nacionales y otras protestas obreras de masas se están extendiendo por toda Europa contra la austeridad y la remilitarización del continente por parte de la burguesía. A medida que los gobiernos recortan servicios sociales básicos e imponen reformas laborales regresivas para financiar un programa de rearme y canalizar la riqueza hacia la oligarquía capitalista, la ira de la clase trabajadora estalla a nivel internacional en toda Europa.

En Bélgica, se ha convocado una huelga nacional del sector ferroviario y del transporte público para el 24 de noviembre, una huelga nacional del sector público al día siguiente y finalmente una huelga general el día 26. Estas acciones se convocan contra las políticas del gobierno derechista liderado por Bart De Wever y su partido, la Nueva Alianza Flamenca (NVA), que incluyen recortes a las pensiones, eliminación de la indexación salarial basada en la inflación y reducciones de prestaciones, incluida la prestación por desempleo. Bélgica ha gastado más de 1.000 millones de euros (1.154 millones de dólares estadounidenses) este año en armar a Ucrania contra Rusia y aumentará el gasto militar en 4.000 millones de euros (4.615 millones de dólares estadounidenses) para alcanzar el 2 por ciento de su Producto Interno Bruto.

En Italia, se ha convocado una huelga general para el 29 de noviembre por parte de la Unione Sindacale di Base (USB, Unión de Sindicatos de Base) y la Confederazione Unitaria di Base (CUB, Confederación Unitaria de Base). Otros sindicatos italianos no se han sumado a esta acción, pero han convocado una huelga general separada para el 12 de diciembre. Estas huelgas se oponen al presupuesto de austeridad de la primera ministra italiana de extrema derecha, Giorgia Meloni, y a su compromiso, al igual que el de todos los gobiernos de la OTAN, de aumentar el gasto militar hasta el 5 por ciento del PIB.

En Portugal, se ha convocado una huelga nacional para el 11 de diciembre contra la draconiana reforma laboral del primer ministro derechista Luís Montenegro. La reforma eliminaría de facto las barreras legales para los despidos masivos en Portugal y constituye la principal política del gobierno de Montenegro, junto con deportaciones masivas de migrantes apoyadas por el partido ultraderechista Chega. Portugal también aumentará su gasto militar en €1.000 millones para alcanzar un gasto militar equivalente al 5 por ciento del PIB para el año 2035.

Lo que está emergiendo es una situación objetivamente revolucionaria en toda Europa, ya que se intensifica el conflicto irreconciliable entre la clase trabajadora y la oligarquía capitalista.

El imperialismo europeo ha aprovechado la guerra de la OTAN contra Rusia en Ucrania no sólo como una oportunidad para extender su influencia geopolítica hacia el este y preparar guerras más amplias, sino también para acelerar la contrarrevolución social en el frente interno. Los gobiernos europeos enfrentan crisis presupuestarias masivas, con deudas que alcanzan el 106 por ciento del PIB en Bélgica, el 101 por ciento en el Reino Unido, el 102 por ciento en España, el 115 por ciento en Francia y el 138 por ciento en Italia. Sin embargo, se niegan a aplicar una tributación sustancial sobre los ricos, aumentan drásticamente el gasto militar y trasladan todo el peso de la crisis sobre las espaldas de los trabajadores.

Los trabajadores europeos rechazan esta política y están intentando combatirla y detener el acelerado colapso en guerra y crisis social. La actual oleada de huelgas sigue a varias huelgas generales nacionales, con las más recientes en Bélgica el 14 de octubre y en Italia el 3 de octubre, que fue seguida por una protesta de un millón de personas contra el genocidio en Gaza.

Los mismos problemas afectan a los trabajadores en toda Europa y la misma ira social explosiva crece en todos los países. Una huelga nacional de un día en el sector ferroviario tuvo lugar en Grecia hace tres días, tras una serie de huelgas generales de un día en ese país a principios de este año. Estas acciones también siguen a recientes huelgas de médicos residentes en el Reino Unido y protestas masivas de “Bloquear Todo” en septiembre en Francia.

El movimiento de la clase trabajadora europea plantea con urgencia cuestiones fundamentales de estrategia política y perspectiva histórica. El hecho de que los gobiernos en Italia y Bélgica mantengan sus políticas a pesar de las huelgas masivas nacionales en los últimos meses subraya un punto esencial: las huelgas de protesta no cambiarán el curso básico de los gobiernos capitalistas europeos. Para detener la guerra imperialista, el genocidio y los ataques contra los derechos sociales y democráticos, es necesario derrocar a los gobiernos en toda Europa y poner el poder en manos de los trabajadores.

El principal obstáculo para esta lucha es la perspectiva nacional que sostienen las burocracias sindicales y los partidos de la clase media aliados a ellas, que negocian con los gobiernos capitalistas y buscan limitar el movimiento obrero dentro de las fronteras de alguno u otro Estado-nación capitalista.

De hecho, hay un hilo común que recorre los llamados a huelga general de la Federación General del Trabajo de Bélgica (FGTB), la Confederación General del Trabajo Italiana (CGIL) y la Confederación General de Trabajadores Portugueses (CGTP). No mencionan ningún acontecimiento fuera de sus propios países, no llaman a poner fin a las guerras imperialistas, no exigen la caída del gobierno ni proponen establecer ningún lazo con las luchas obreras más allá de sus fronteras. Sólo ofrecen a los trabajadores la esperanza, siempre frustrada, de que la clase dominante cambie de opinión.

El llamado a huelga de la USB italiana indudablemente adopta una tonalidad política distinta. Al oponerse al genocidio en Gaza, a la militarización de Italia y al exigir la dimisión de Meloni, busca alinearse más estrechamente con la creciente indignación entre los trabajadores de base hacia el genocidio, el fascismo y la guerra. Sin embargo, esto plantea de manera aún más explícita los problemas políticos que enfrenta la clase trabajadora.

El segundo firmante del llamado a huelga de la USB es el grupo Potere al Popolo (Poder al Pueblo), una coalición de partidos que incluye a Rifondazione Comunista de tradición estalinista y a Izquierda Anticapitalista, de orientación pablista, con quienes la USB mantiene vínculos estrechos. Estos grupos han sido defensores prácticos del dominio capitalista en Italia y nunca se recuperaron plenamente tras haber emitido votos clave en el parlamento en 2007 para recortar pensiones y financiar la guerra en Afganistán. Si Meloni renunciara y fuera sustituida por tales fuerzas, el militarismo y la austeridad continuarían, como ha sucedido con el partido estalinista-pablista Sumar en el gobierno de España.

La clase trabajadora europea debe armarse políticamente y prepararse para el conflicto inevitable que surgirá, a medida que avanza la lucha de clases, entre los trabajadores y estas fuerzas burocráticas. Las cuestiones políticas clave son la necesidad de una perspectiva internacionalista, la lucha contra la guerra imperialista y la lucha por el poder obrero y el socialismo.

Los trabajadores de base necesitan organizaciones independientes de lucha para romper con los límites que las burocracias sindicales y los partidos de la clase media buscan imponer al movimiento obrero. Sólo estas organizaciones pueden oponerse a los intentos de las burocracias sindicales de detener o retrasar acciones de huelga si temen perder el control del movimiento, y coordinar luchas a nivel internacional contra la austeridad, la represión y la guerra. La Alianza Internacional Obrera de Comités de Base (AIO-CB) debe construirse con urgencia en toda Europa.

Las concesiones sociales que ahora está revocando la burguesía europea fueron logradas en Italia y Bélgica tras la Segunda Guerra Mundial como respuesta al movimiento de la clase trabajadora en la resistencia contra el dominio nazi. Cuando los estalinistas y socialdemócratas desmantelaron las milicias obreras y los comités de fábrica que sostuvieron la resistencia, bloqueando así una revolución socialista, prometieron que esas concesiones serían eternas. Políticas como las pensiones estatales y la atención médica, así como la seguridad en el empleo, fueron más tarde extendidas a España y Portugal después de que la clase obrera derribara los regímenes de extrema derecha allí en la década de 1970.

Ahora que la burguesía busca abolir estas conquistas mientras el capitalismo se hunde nuevamente en la guerra global y el dominio de la extrema derecha, se plantea con intensidad renovada la lucha del Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI) contra el estalinismo y el pablismo. Tras la Segunda Guerra Mundial, en 1953, el CICI se separó de las fuerzas dirigidas por Michel Pablo y Ernest Mandel, quienes buscaban liquidar el movimiento trotskista en el estalinismo o el nacionalismo burgués. El CICI permaneció orientado hacia el papel revolucionario de la clase trabajadora y luchó por su independencia política frente al imperialismo y el estalinismo.

Para resistir y derrotar la ofensiva de la oligarquía capitalista europea, las luchas de la clase trabajadora deben unificarse en una revolución socialista. Es necesario construir secciones del CICI en toda Europa para luchar por esta perspectiva dentro del movimiento emergente de la clase obrera. Esta es la base para una lucha por derrocar a los gobiernos reaccionarios de Europa y reemplazar a la Unión Europea capitalista con los Estados Socialistas Unidos de Europa.

(Publicado originalmente en ingles el 20 de noviembre de 2025)

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