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República Checa: el ganador de las elecciones, Babiš, forma una coalición con partidos de ultraderecha

Andrej Babiš en un evento del partido hermano español de ultraderecha Vox en febrero de 2025 [Photo: Wikimedia Commons]

Un mes después de su victoria electoral, el multimillonario Andrej Babiš y su partido ANO han acordado formar una coalición con el Partido Libertad y Democracia Directa (SPD, por sus siglas en checo) y el Partido de los Conductores (AUTO). Casi 35 años después de la llamada “Revolución de Terciopelo”, que los políticos y medios occidentales presentaron como el inicio de una era de paz, prosperidad y democracia, la República Checa está ahora gobernada por fuerzas abiertamente fascistas que están imponiendo la militarización y recortes sociales contra la población.

ANO, que obtuvo el 34,5 por ciento de los votos en las elecciones parlamentarias, cuenta con una mayoría de ocho escaños en conjunto con el SPD (7,8 por ciento) y AUTO (6,8 por ciento). Los anteriores partidos gobernantes de derecha conservadora sufrieron pérdidas significativas, y los partidos nominalmente “de izquierda” ya no están representados en el nuevo parlamento.

Babiš ya había gobernado el país entre 2017 y 2021 como primer ministro en un gobierno minoritario con los socialdemócratas, sostenido por el Partido Comunista de Bohemia y Moravia (KSČM). El KSČM es el sucesor del Partido Comunista estalinista de Checoslovaquia (KSČ), que desempeñó un papel clave en la restauración capitalista en 1989/90. Ahora, al apoyar a Babiš, ha allanado el camino para la extrema derecha.

Por sus políticas de derecha y antisociales, además de varias acusaciones de corrupción, Babiš perdió las elecciones de 2021, siendo derrotado por un estrecho margen por la coalición conservadora de derecha Spolu. El primer ministro saliente, Petr Fiala, continuó una agenda de austeridad con gran severidad y el mes pasado pagó el precio político por ello.

El nuevo gobierno también se centra en la militarización y los recortes sociales. Para imponer estas políticas, ahora se están integrando fuerzas abiertamente fascistas al gobierno.

El SPD, liderado por Tomio Okamura, es un partido de ultraderecha. Su campaña electoral estuvo marcada por una vil agitación contra los migrantes. El partido niega el exterminio de los romaníes durante el Holocausto, quiere prohibir el islam y rechaza la admisión de refugiados en la República Checa. Un cartel electoral anterior del SPD mostraba a un hombre negro con un cuchillo ensangrentado, lo que dio lugar a procedimientos penales por incitación al odio.

Detrás de su imagen de “partido de los conductores”, AUTO también esconde un programa fascista. Su presidente, Filip Turek, es coleccionista de objetos nazis y ha hecho repetidamente comentarios racistas en las redes sociales, incluso sobre el expresidente estadounidense Barack Obama. Sobre un ataque incendiario en 2009 contra una familia romaní en el que casi murió un niño pequeño, Turek abogó por “circunstancias atenuantes” porque las víctimas eran romaníes. Muchos de sus mensajes hacen referencia a Hitler y Mussolini, según han informado medios checos.

En el congreso fundacional de la organización juvenil de AUTO, Motor Generation, en noviembre de 2024, los participantes mostraban carteles con lemas como “Tengo un puñal de las SS en casa” o “Racista certificado”.

Aún no se han definido completamente los nuevos puestos del gabinete. Existen reservas especialmente con respecto a Turek. Debido a sus actitudes fascistas explícitas, podría —contrario a los planes iniciales— no ser nombrado ministro de relaciones exteriores. Okamura, sin embargo, se espera que ocupe la presidencia del parlamento. Después del presidente y del primer ministro, este es el tercer cargo más alto del Estado. Grotescamente, en esta posición Okamura también sería responsable del diálogo con las minorías.

El borrador del acuerdo de coalición ya incluye la reducción del impuesto sobre sociedades del 21 al 19 por ciento. El presupuesto debe mantener el déficit por debajo del 3 por ciento del PIB y equilibrarse o presentar superávit a medio plazo. Para lograr esto, serán necesarios recortes masivos en pensiones, salud y educación. En el acuerdo de coalición estos recortes aparecen solo vagamente como reducciones del gasto estatal; no se los nombra explícitamente. Pero los tres partidos están plenamente de acuerdo en esta cuestión.

El mantener la edad de jubilación en 65 años, en lugar de aumentarla como planeaba el gobierno anterior, es solo una declaración de intenciones y puede abandonarse en cualquier momento.

En política militar, no se tocarán los incrementos del gasto armamentístico hasta el 5 por ciento del PIB decididos por el gobierno anterior. Además de esta ya gigantesca agenda de militarización, el nuevo gobierno quiere ampliar aún más el programa antidrones y aumentar el número de soldados.

La inclusión de fuerzas de ultraderecha en el gobierno ha generado cierta preocupación dentro de la Unión Europea sobre si Praga seguirá respaldando los objetivos de la UE y la OTAN—en especial si mantendrá el rumbo belicista contra Rusia.

Babiš y sus socios de coalición disiparon inmediatamente estas preocupaciones. En política exterior, el acuerdo de coalición anuncia una línea aún más dura de “tolerancia cero” hacia la migración ilegal—lo que significa que la brutal política de “Fortaleza Europa” de la UE será endurecida aún más en la República Checa por la extrema derecha. Al mismo tiempo, se convierte a los migrantes en chivos expiatorios de la creciente crisis social.

Además de mantener la pertenencia a la UE, también se reforzarán las relaciones con Israel y con Estados Unidos bajo Donald Trump.

Un referéndum sobre la salida de la República Checa de la UE y la OTAN—exigido sobre todo por el SPD—ha quedado descartado. El apoyo a Ucrania contra Rusia tampoco cambiará bajo el nuevo gobierno. Inmediatamente después de su victoria electoral, Babiš llamó por teléfono a Volodymyr Zelensky para subrayarlo.

El anuncio de Babiš de que revisaría la iniciativa checa de municiones, introducida por el gobierno anterior, resultó ser principalmente propaganda electoral. La República Checa continuará apoyando a Ucrania bajo el nuevo gobierno. Pavlina Janebová, del centro de estudios Amo.cz de Praga, comentó: “Babiš se ve a sí mismo como un empresario. Naturalmente quiere asegurarse de que las empresas checas puedan participar algún día en la reconstrucción de Ucrania”.

El exgeneral de la OTAN y actual presidente, Petr Pavel, quien debe nombrar al nuevo gobierno y que en teoría podría negarse, expresó satisfacción. La coalición había “confirmado la orientación prooccidental de nuestro país”, dijo Pavel.

Esto deja aún más claro que la clase dominante en Europa está dispuesta a llevar al poder fuerzas abiertamente fascistas—siempre que respalden la agresiva política de guerra de la UE. Este desarrollo es evidente en toda Europa: en varios países, los partidos de extrema derecha ya forman parte del gobierno; en otros, están a las puertas del poder.

Este desarrollo está más avanzado en Estados Unidos, donde Trump está estableciendo una dictadura presidencial autoritaria. Así como no hay resistencia por parte de los demócratas ni de los sindicatos allá, en Europa tampoco los partidos burgueses ni “de izquierda” tienen algo que oponer a este proceso.

Las vastas sumas destinadas al armamento y la guerra—financiadas mediante recortes sociales masivos—son incompatibles con la democracia. Por eso se están integrando fuerzas de ultraderecha y fascistas a los gobiernos: para reprimir la oposición de la clase trabajadora.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 11 de noviembre de 2025)

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