El martes por la noche, el vuelo 2976 de UPS se desplomó en una densa zona industrial poco después de despegar del aeropuerto internacional Muhammad Ali de Louisville, Kentucky. Al menos 13 personas murieron, incluidos los tres miembros de la tripulación y un niño. Varios más siguen desaparecidos. El avión, cargado con 90.000 kg de combustible para su vuelo a Hawái, explotó formando una enorme bola de fuego visible a kilómetros de distancia.
El jueves, UPS identificó a los miembros de la tripulación que murieron: el capitán Richard Wartenberg, el primer oficial Lee Truitt y la oficial de asistencia internacional, la capitana Dana Diamond.
Incluso con una ligera desviación en los momentos finales de la aeronave, el número de muertos podría haber sido de cientos o incluso miles. El accidente ocurrió en un corredor que incluye la planta de ensamblaje de Louisville de Ford y el enorme centro de carga aérea Worldport de UPS, así como docenas de almacenes y otros lugares de trabajo industriales.
Se está llevando a cabo una investigación y surgirán más detalles sobre la causa inmediata. Ya se ha confirmado que el motor izquierdo del avión se incendió y se desprendió durante el despegue. Cualquiera que sea la cadena de eventos en los sistemas de la aeronave que condujo a la catástrofe, la causa final es la subordinación de la sociedad estadounidense y mundial a una oligarquía corporativa.
Hay una asombrosa contradicción en el corazón de este desastre. Las instalaciones de Worldport se encuentran entre las más avanzadas del mundo, con la capacidad de manejar 370 vuelos y procesar más de 2 millones de paquetes al día. Esta es una hazaña notable de computación, planificación, habilidad humana y coordinación global. UPS y sus rivales también están introduciendo rápidamente nuevos sistemas en sus almacenes basados en los últimos avances en automatización e inteligencia artificial.
Sin embargo, este avanzado sistema logístico está subordinado a un despiadado afán de lucro, un sistema impulsado por la extrema explotación de los trabajadores. El avión que se estrelló en las afueras de Louisville era parte de una flota envejecida. El modelo MD-11, que tiene el segundo peor registro de seguridad de todos los aviones comerciales, tenía 34 años y, según los informes, se había sometido a reparaciones importantes, incluido un tanque de combustible agrietado en septiembre.
Este es el tercer accidente de UPS en los últimos 12 años. Los pilotos de UPS han exigido repetidamente protecciones contra la fatiga iguales a las de las tripulaciones de pasajeros, solo para encontrarse con obstrucciones por parte de la gerencia y los reguladores federales.
UPS ha tratado de intimidar y silenciar a los denunciantes, incluido el capitán de UPS Douglas Greene, quien fue despedido y puesto en una lista negra después de exponer la fatiga y otras condiciones inseguras que llevaron al accidente de 2013 en Birmingham, Alabama, que mató a dos miembros de la tripulación. Greene le dijo al WSWS que el accidente de esta semana “no solo era evitable, sino que fue causado por la negligencia de UPS”.
Las nuevas tecnologías que podrían y deberían usarse para aliviar la carga de trabajo y mejorar la seguridad solo le interesan a la oligarquía para aumentar la explotación. Según Challenger, Gray & Christmas, en lo que va de año se han recortado 1,1 millones de puestos de trabajo, el nivel más alto desde 2020. La inteligencia artificial y la automatización se están utilizando como armas para eliminar sectores enteros de la fuerza laboral y llevar a millones a la pobreza.
Esta es la razón por la cual, junto con los asombrosos avances tecnológicos, la infraestructura estadounidense está subfinanciada, en decadencia e insegura.
Se ha vuelto común que estallen bolas de fuego en áreas industriales. Apenas 24 horas después del accidente de UPS, una enorme explosión de amoníaco arrasó una planta química en la ciudad de Yazoo, Mississippi. En octubre, 16 trabajadores murieron en una explosión en una planta de municiones en Tennessee. También el mes pasado, una explosión en la refinería El Segundo de Chevron sacudió el área de Los Ángeles. Y estos son solo algunos de los ejemplos más recientes.
El viernes se cumplen siete meses desde la muerte del trabajador automot or Ronald Adams Sr., quien murió aplastado por un pórtico mientras realizaba tareas de mantenimiento en el Complejo de Motores Stellantis en Dundee, cerca de Detroit. Mientras la gerencia y la burocracia del sindicato UAW guardan un silencio culpable, la Alianza Internacional Obrera de Comités de Base (IWA-RFC) inició una investigación sobre el accidente, con hallazgos preliminares presentados en una reunión del 27 de julio .
Desde esa reunión, cientos han muerto a nivel internacional, incluidos, más recientemente, 16 trabajadores textiles en un incendio en Dhaka, Bangladesh; dos mineros de carbón en Australia; y 23 trabajadores en una explosión en un sitio minorista en Hermosillo, México. Estos desastres subrayan el carácter global del matadero industrial.
El desastre aéreo de UPS ocurrió en medio del cierre del Gobierno en curso, el más largo en la historia de Estados Unidos. La Administración de Trump está utilizando el hambre como un arma contra los trabajadores federales y los pobres. Ha resultado particularmente cruel su negativa a disponer de fondos de emergencia para los cupones de alimentos de 42 millones de personas, sumiendo de inmediato a una gran parte del país en la inseguridad alimentaria.
Los investigadores de la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte (NTSB, por sus siglas en inglés) en Louisville trabajan sin goce de sueldo. Si bien no es una causa directa del accidente, los controladores aéreos se ven obligados a elegir entre trabajos estresantes y técnicos de forma gratuita o tomar una licencia no remunerada para alimentar a sus familias. El jueves, el Gobierno anunció una reducción del 10 por ciento en el tráfico aéreo a nivel nacional, advirtiendo de un colapso total del sistema nacional de espacio aéreo si el cierre no termina en cuestión de días.
En EE.UU. hay un Gobierno de, por y para la oligarquía, encabezado por el aspirante a dictador Donald Trump. Su Administración representa la integración perfecta de la élite capitalista y el Estado. La eliminación de la Junta de Seguridad Química el próximo año, junto con profundos recortes a la Administración Federal de Aviación (FAA, por sus siglas en inglés) y otras agencias reguladoras, demuestra esta política en la práctica. El nuevo jefe de la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional (OSHA, por sus siglas en inglés) de Trump, David Keeling, es el exjefe de seguridad de UPS.
En lo que respecta a la clase dominante, las entidades corporativas reciben total impunidad. El jueves, un juez retiró los cargos penales contra Boeing por su escándalo de seguridad masiva, en el que cientos murieron porque la gerencia ocultó problemas conocidos con sus aviones. Boeing, un importante contratista militar que está luchando contra 3.000 trabajadores en huelga en sus plantas de aviones de combate en St. Louis, está recibiendo decenas de miles de millones de dólares en nuevos contratos por parte de Trump.
A cambio de los servicios de Trump, los multimillonarios de la tecnología están pagando por la demolición del Ala Este de la Casa Blanca y su reemplazo con un nuevo salón de baile masivo.
La burocracia sindical, preocupada únicamente por mantener sus privilegios y el acceso al poder, es un socio de pleno derecho en este proceso. Los despidos masivos dirigidos por la automatización comenzaron en UPS casi tan pronto como la tinta se secó en el contrato de 2023 firmado por la burocracia del sindicato Teamsters. El sindicato no ha dicho casi nada sobre estos recortes y emitió solo una declaración discreta sobre el desastre. Pero el presidente de Teamsters, Sean O’Brien, ha sido mucho más vocal en su apoyo a Trump, utilizando la retórica de “Estados Unidos primero” para culpar a los trabajadores extranjeros de los recortes de empleos corporativos.
El Partido Socialista por la Igualdad llama a los trabajadores de la logística, el transporte, la manufactura y todas las industrias que asuman la lucha por el control de la producción a través de la creación de la Alianza Internacional Obrera de Comités de Base (AIO-CB). Estos comités deben formar la base para una contraofensiva de la clase trabajadora, transfiriendo el poder de las burocracias sindicales al taller. Deben unir a los trabajadores a nivel internacional en una lucha común contra la contrarrevolución social que está librando la oligarquía capitalista.
Los desastres como el accidente del martes no son accidentes, sino el resultado de un sistema que subordina todos los aspectos de la vida al lucro privado. El costo colosal para la sociedad del enriquecimiento capitalista, acumulado a través del trabajo de la clase trabajadora, es incompatible incluso con los requisitos más básicos de seguridad, salud o derechos democráticos.
La inmensa capacidad tecnológica de la sociedad moderna está en conflicto irreconciliable con la propiedad privada de la producción por parte de una élite parasitaria. También es incompatible con la democracia, la verdadera razón detrás del ascenso de Trump.
La operación de las redes de logística y transporte debe organizarse para la necesidad pública, no para el beneficio privado. Para garantizar condiciones de trabajo seguras, equipos modernos y una programación humana, los trabajadores deben luchar por:
- La expropiación de la oligarquía corporativa, utilizando sus billones de riqueza para financiar rápidas mejoras en los niveles de vida;
- La nacionalización de los bancos y las principales corporaciones logísticas, manufactureras y aeroespaciales, para que funcionen como servicios públicos;
- El control democrático por parte de la clase trabajadora sobre la producción, incluida la autoridad exclusiva en todas las cuestiones de seguridad.
La clase trabajadora debe insistir en sus propios derechos sociales, a empleos dignos, acceso a la salud y un futuro habitable, y tomar medidas directas a través de estos comités para hacerlos cumplir. Sobre todo, esta lucha requiere una ruptura política consciente con el capitalismo y la lucha por el socialismo. La incompatibilidad de la sociedad moderna con las ganancias privadas solo puede resolverse mediante el establecimiento del poder obrero y la reorganización socialista de la vida económica.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 6 de noviembre de 2025)
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