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Perspectiva

Las cuestiones políticas y de clase en la victoria de Mamdani en la Ciudad de Nueva York

Zohran Mamdani pronuncia su discurso de victoria en la fiesta de campaña de las elecciones para alcalde la noche del martes, 4 de noviembre, Nueva York [AP Photo/Yuki Iwamura]

La victoria del miembro de los Socialistas Democráticos de Estados Unidos (DSA, por sus siglas en inglés) Zohran Mamdani en las elecciones a la alcaldía de la ciudad de Nueva York, un autoproclamado “socialista democrático” que ganó en la sede de Wall Street, el centro del capital financiero estadounidense y mundial, es un evento de importancia nacional e internacional.

La elección hace estallar la narrativa de que cualquier alternativa al capitalismo está fuera del alcance de una población sometida a décadas de anticomunismo y antisocialismo. En realidad, el movimiento de amplios sectores de trabajadores y jóvenes es hacia la izquierda, con una creciente hostilidad hacia el capitalismo y un creciente apoyo al socialismo. El voto por Mamdani expresa no solo la desilusión con el establishment político existente, sino también la indignación por la gran concentración de riqueza en manos de una pequeña élite, el aplastante costo de la vida y la decadencia de los derechos democráticos y sociales básicos.

Más de 1 millón de personas votaron por Mamdani, en medio de la mayor participación electoral en décadas. Se emitieron más de 2 millones de votos, el doble del total de hace cuatro años y la mayor cantidad desde 1969. Mamdani, que estaba en las encuestas con solo el 1 por ciento cuando comenzó su campaña en las elecciones primarias, ganó una clara mayoría en la carrera a tres bandas, derrotando a su rival más cercano, el exgobernador demócrata Andrew Cuomo, por 9 puntos porcentuales.

Mamdani se impuso en las áreas de clase trabajadora en los cinco condados de la ciudad de Nueva York, ganando por márgenes abrumadores en los distritos más afectados por la desigualdad y el aumento del costo de la vida. Derrotó a Cuomo por 45 puntos porcentuales en Harlem, 28 puntos en Jamaica, Queens; 28 puntos en East New York, Brooklyn; y 27 puntos en Parkchester, Bronx, algunos de los vecindarios más empobrecidos y racialmente diversos de la ciudad.

El setenta por ciento de los votantes menores de 45 años lo apoyaron, en comparación con solo el 25 por ciento de Cuomo, según la encuesta de boca de urna de CNN. Ganó abrumadoramente entre aquellos que describieron la situación financiera de su familia como “quedándonos atrás” y entre aquellos que se oponen firmemente a Trump y su agenda fascistizante.

La elección fue un claro repudio al establishment político, tanto a los republicanos de extrema derecha como a la maquinaria del Partido Demócrata, que respaldó a Cuomo e invirtió más de $50 millones en dinero sucio en su campaña. El enfoque de Mamdani en el creciente costo de la vida, incluidos el alquiler, el cuidado de niños y los comestibles, resonó, al igual que sus denuncias retóricas de los oligarcas que dominan la vida política y económica y se están uniendo detrás de la dictadura en desarrollo de Trump.

Sin duda, la elección de Mamdani ha generado entusiasmo, no solo en los Estados Unidos sino a nivel internacional. El contraste entre Andrew Cuomo, el representante del establishment del Partido Demócrata, inmerso en la corrupción, y Mamdani, que se presenta como un defensor de los oprimidos, alentará la esperanza de que se esté produciendo un cambio fundamental. Sin embargo, es necesario afirmar ciertas verdades básicas, no adaptarse a las ilusiones, sino partir de la lógica de la realidad política y social.

En primer lugar, hay que decir que, si bien se presenta como un “socialista democrático”, Mamdani no tiene un programa socialista. Sus propuestas, como ligeros aumentos de impuestos a los millonarios, protecciones limitadas a los inquilinos y modestas expansiones de los servicios públicos, equivalen a poco más que un leve resurgimiento del reformismo liberal de un período anterior.

Sin embargo, incluso las propuestas más modestas enfrentarán la feroz resistencia de Wall Street, la oligarquía empresarial-financiera y el aparato estatal que defiende sus intereses, en forma de demandas, provocaciones políticas o acciones más directas. La aristocracia financiera no va a conceder nada. Resistirá, con todos los medios a su disposición, incluso la más mínima afectación a su riqueza y poder.

El Gobierno de Trump, que actúa como representante político de la oligarquía financiera, ya ha respondido a la victoria de Mamdani intensificando sus amenazas y señalando su disposición a intervenir directamente en la ciudad de Nueva York. En una entrevista con Fox News después del llamado de Mamdani en su discurso de victoria para “subir el volumen” de la oposición a Trump, el presidente advirtió: “Es una declaración muy peligrosa para él. Hablas de peligro, creo que es una declaración muy peligrosa para él. Tiene que ser un poco respetuoso con Washington”.

El asesor fascista de Trump, Steve Bannon, también le dijo a Politico que la elección de Mamdani “debería ser una llamada de atención”, y agregó que “debería haber luces rojas intermitentes por todas partes”. Bannon declaró: “Estas son personas muy serias, y deben abordarse seriamente”, antes de exigir que Mamdani, un ciudadano estadounidense nacido en Uganda, sea deportado.

El Partido Socialista por la Igualdad se opondrá a estos y a todos los demás ataques, incluido el probable despliegue de la Guardia Nacional u otras fuerzas militares en la ciudad de Nueva York. Sin embargo, no subordinaremos nuestra política a Mamdani ni al Partido Demócrata.

El Partido Demócrata, del que Mamdani es miembro, se opone absolutamente a cualquier desafío a la riqueza y la dominación de la élite financiera. Los dirigentes demócratas están divididos entre una facción que está dispuesta a trabajar con Mamdani, reconociendo la necesidad del partido de un candidato que pueda apelar más ampliamente, y una facción que teme que fomentar la oposición al sistema pueda salirse rápidamente de su control.

Muchos líderes demócratas, incluido el líder de la minoría del Senado, Chuck Schumer, se negaron a respaldar a Mamdani incluso después de su victoria en las primarias. El portavoz de los medios del Partido Demócrata, el New York Times, publicó un extenso editorial el miércoles estableciendo parámetros para el nuevo alcalde. Los editores exigieron efectivamente que Mamdani abandonara sus promesas de campaña y gobernara en la línea del multimillonario exalcalde Michael Bloomberg, a quien el propio Mamdani intentó cortejar sin éxito.

El editorial enfatizó la necesidad de que Mamdani armara un gabinete aceptable para Wall Street y la industria inmobiliaria, una orden que adoptó rápidamente. El miércoles, anunció un equipo de transición compuesto por demócratas veteranos de las administraciones de los últimos tres alcaldes: Michael Bloomberg, Bill de Blasio y Eric Adams.

La respuesta de Mamdani a las amenazas desde el interior de la clase dominante expresa la política de los Socialistas Democráticos de Estados Unidos. Toda su perspectiva se basa en la afirmación de que es posible reconciliar intereses de clase completamente opuestos, que se puede lograr un cambio social genuino a través de la colaboración entre los explotadores y los explotados, y que esto se puede llevar a cabo bajo los auspicios del Partido Demócrata. Esta es una ilusión sin ninguna base en la realidad política o social.

En su conferencia de prensa del miércoles, Mamdani enfatizó repetidamente su disposición a “trabajar con” Trump y Wall Street. Declaró que si bien se oponía a Trump políticamente, estaba “interesado en tener una conversación con el presidente Trump sobre las formas en que podríamos trabajar juntos para servir a los neoyorquinos”, y agregó que estaba “listo y dispuesto a hablar con cualquiera” si beneficiaba a la ciudad.

Mamdani también anunció que esperaba reunirse con el CEO de JPMorgan Chase, Jamie Dimon, y “cualquier persona preocupada por el futuro de nuestra ciudad”, elogiando a Dimon y otros multimillonarios que “invierten en la vitalidad” de Nueva York. Estas no son las palabras de un socialista, sino de un político que asegura a la élite financiera que su riqueza, poder y privilegios permanecerán intactos.

Como señaló el World Socialist Web Site en el momento de las primarias de junio, “las murallas de Wall Street no se derrumbarán bajo la presión de la oratoria electoral”. La respuesta de los mercados a la elección de Mamdani subrayó este punto. Lejos de mostrar preocupación, la oligarquía financiera recibió el resultado con ecuanimidad. Los principales índices de Wall Street subieron el miércoles.

En su discurso de victoria, Mamdani invocó el nombre del gran socialista estadounidense Eugene V. Debs. Sin embargo, omitió la conclusión esencial de Debs: “La clase trabajadora nunca se emancipará por la gracia de la clase capitalista, sino solo derrocando a esa clase”.

La experiencia de la última década está repleta de ejemplos de partidos e individuos cuyas pretensiones de representar una ruptura radical con el establishment político naufragaron en las realidades del dominio capitalista. En Grecia, la Coalición de la Izquierda Radical (Syriza) llegó al poder en 2015 con la promesa de poner fin a la austeridad, solo para imponer los recortes sociales más brutales a los dictados de los bancos y la Unión Europea. En Alemania, Die Linke (el partido La Izquierda) ha participado en Gobiernos estatales que deportan a los refugiados e imponen medidas de austeridad. En Reino Unido, el movimiento de Corbyn dentro del Partido Laborista capituló ante el establishment de derecha, allanando el camino para el regreso de la reacción abierta.

En términos de clase, estas tendencias no representan los intereses de la clase trabajadora sino los de la clase media-alta, una capa social privilegiada que no busca una reestructuración fundamental de la sociedad sino una posición más cómoda para sí misma.

No hay duda de que muchos trabajadores, después de haber votado por un socialista, verán la elección de Mamdani como una señal para tomar medidas y avanzar en sus propias demandas. Pero, ¿qué hará clase Mamdani cuando los trabajadores entren en lucha? Inevitablemente, la lógica de los intereses de se impondrá. Mamdani se inclinará ante las demandas del establishment financiero y político. Independientemente de lo que afirme, el propósito final de su campaña es anticiparse y contener el creciente movimiento de la clase trabajadora.

El camino a seguir para los trabajadores en Nueva York y en todo el país no radica en presionar al Partido Demócrata o poner esperanzas en Mamdani, sino en la movilización independiente de la clase trabajadora en lucha.

El Partido Socialista por la Igualdad pide la creación de comités de base en cada lugar de trabajo, vecindario y escuela, conectados a través de la Alianza Internacional Obrera de Comités de Base (AIO-CB). Estos comités deben servir como medio para que los trabajadores se organicen, coordinen e intensifiquen sus luchas, no para abogar por reformas del orden existente, sino para articular y luchar por su propio programa: la defensa de los empleos, los salarios y los niveles de vida; la oposición a la guerra y la dictadura; y la lucha por el poder obrero y la transformación socialista de la sociedad.

Nada se puede lograr sin un asalto directo a la riqueza de la clase dominante. Las fortunas de los multimillonarios, arraigadas en su control de los bancos, corporaciones y monopolios inmobiliarios, deben ser expropiadas y sus monopolios transformados en servicios públicos bajo el control democrático de los trabajadores.

La cuestión fundamental es la dirección y la perspectiva. Hacemos un llamado a todos aquellos que están sacando conclusiones revolucionarias de estos eventos para que se unan al Partido Socialista por la Igualdad y ayuden a construir la dirección necesaria para transformar la creciente ira social en una lucha consciente por el socialismo.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 5 de noviembre de 2025)

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