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El rechazo masivo a Trump y la ira por la economía determinaron los resultados electorales de 2025

Las encuestas a boca de urna de las cuatro principales elecciones celebradas en Estados Unidos el martes 4 de noviembre revelan que la insatisfacción con el creciente sufrimiento económico y la hostilidad hacia los esfuerzos de Trump por instaurar una dictadura presidencial fueron las motivaciones más comunes detrás de las contundentes victorias de los candidatos del Partido Demócrata y de un referéndum estatal en California impulsado por ese partido.

Cuatro de cada diez votantes en Nueva Jersey y Virginia—los dos estados que celebraron elecciones para gobernador—declararon haber votado para mostrar su oposición a Trump, según la encuesta AP Voter Poll, basada en una enorme muestra de casi 20.000 votantes encuestados después de votar por correo o en los centros de votación.

En Nueva Jersey, la representante demócrata Mikie Sherrill venció al exlegislador estatal y acólito de Trump, Jack Ciattarelli, por un margen mucho más amplio de lo esperado: 56,2 por ciento contra 43,2 por ciento, con una participación récord para unas elecciones intermedias. De los que votaron, el 40 por ciento dijo que lo hizo “para oponerse a Trump”, mientras que solo el 13 por ciento dijo haber votado “para apoyarlo”. Trump apoyó efusivamente a Ciattarelli —y viceversa—, pero no hizo campaña personalmente en el estado ni en ningún otro lugar del país.

La demócrata Abigail Spanberger (izquierda) habla en el escenario en Richmond, Virginia después de que se anunciara su victoria en la carrera por la gobernación de Virginia, y la gobernadora electa de Nueva Jersey, Mikie Sherrill (derecha) durante una conferencia de prensa en Trenton, Nueva Jersey, el miércoles 5 de noviembre de 2025. [AP Photo/Seth Wenig/Stephanie Scarbrough]

En Virginia, la exrepresentante demócrata Abigail Spanberger derrotó a la teniente gobernadora republicana Winsome Earle-Sears por un margen aún mayor: 57,5 por ciento contra 42,5 por ciento. Alrededor del 38 por ciento de los votantes dijo haber votado para oponerse a Trump, mientras que solo el 16 por ciento dijo haberlo hecho principalmente para apoyarlo.

En California, donde más de 10 millones de personas votaron en un referéndum que aprobó, por mayoría abrumadora, un plan de redistritación redactado por los demócratas, más de la mitad de los votantes, un 51 por ciento, dijeron haber votado “sí” para oponerse a Trump, mientras que solo el 8 por ciento dijo haber votado “no” para apoyarlo. Trump perdió California por casi 3,2 millones de votos en 2024.

Más allá del sentimiento anti-Trump, las encuestas a boca de urna mostraron que casi dos tercios de los votantes estaban descontentos con la dirección del país. Ese descontento se centró particularmente en cuestiones económicas, ya sea formuladas como “accesibilidad”, el costo de vida excesivo o salarios que no cubren las necesidades básicas.

El nivel de vida de la clase trabajadora, que se deterioró durante toda la administración de Biden, ha seguido cayendo en picada con el impulso de los aranceles impuestos por Trump, que han comenzado a aumentar el desempleo y los precios al consumidor.

Las condiciones sociales se han deteriorado constantemente debido a los brutales recortes presupuestarios impuestos por Trump, primero a través del mecanismo de su “Departamento de Eficiencia Gubernamental”, dirigido por el hombre más rico del mundo, Elon Musk, luego por medio del proyecto de ley “Una Sola Gran y Hermosa Ley” aprobado por el Congreso controlado por los republicanos, y ahora mediante el cierre del gobierno federal, que ha dejado sin salario a 1,5 millones de trabajadores federales y ha recortado servicios sociales vitales como los cupones de alimentos.

El Partido Demócrata fue el beneficiario inmerecido del creciente descontento social, presentándose sus candidatos como defensores de la “accesibilidad”, aunque respaldan el sistema capitalista y su ofensiva basada en el beneficio contra los trabajadores tanto como Trump.

Un hecho revelador manifestado en encuestas recientes, aunque poco comentado en los medios corporativos, es que el Partido Demócrata obtuvo avances a pesar de tener una imagen pública aún más desfavorable que la del Partido Republicano. Durante la mayor parte del año, menos del 30 por ciento de los encuestados tenía una opinión favorable del Partido Demócrata, frente a aproximadamente un 40 por ciento para los republicanos. Sin embargo, estos mismos encuestados dijeron que votarían por un demócrata antes que por un republicano en las próximas elecciones legislativas.

Estas cifras indican que una porción considerable de la población estadounidense tiene una opinión desfavorable del Partido Demócrata porque se niega a enfrentar a Trump. Ante una elección binaria, dentro del sistema bipartidista controlado por las corporaciones, se tapan la nariz y votan por los demócratas como la única alternativa disponible a los republicanos fascistas.

Esta fue la dinámica en juego en las elecciones del martes. Según una encuesta del Pew Research Center publicada la semana pasada, el 75 por ciento de los estadounidenses se describieron como “frustrados” con el Partido Demócrata, incluyendo dos tercios de quienes se identifican como demócratas. Solo el 29 por ciento de los demócratas dijeron sentirse “orgullosos” del partido por el que votaron.

Los resultados electorales solo profundizan la crisis política del capitalismo estadounidense, desgarrado por contradicciones sociales que no pueden resolverse mediante un sistema político totalmente controlado por la aristocracia financiera, con ambos partidos girando hacia la derecha y apoyando políticas que atacan los empleos, el nivel de vida y los derechos democráticos de la población.

Politico, en un resumen admirativo de los resultados electorales de 2025, describió al Partido Demócrata como una coalición “de espías a socialistas” y de base amplia. El supuesto socialista es el alcalde electo de Nueva York, Zohran Mamdani. Los espías son las dos nuevas gobernadoras electas, que forman parte de los llamados “demócratas de la CIA” elegidos por primera vez al Congreso en 2018.

Spanberger fue una agente encubierta de la CIA en Europa, mientras que Sherrill fue piloto de helicóptero en la Marina asignada a misiones sensibles de la OTAN antes de convertirse en fiscal federal. La creciente influencia del aparato militar y de inteligencia dentro del Partido Demócrata se evidencia en que los demócratas de la CIA elegidos para la Cámara de Representantes han ascendido a cargos más altos, actualmente ocupando dos escaños en el Senado estadounidense y dos gobernaciones estatales, con varios más preparando campañas para 2026.

Spanberger es conocida por haber dicho en una conferencia telefónica con toda la bancada demócrata en la Cámara de Representantes, después de las derrotas electorales de 2020, que el partido nunca debía permitir que la palabra “socialista” fuera pronunciada por ninguno de sus candidatos—salvo, presumiblemente, para denigrar la idea de que pueda existir una alternativa al capitalismo.

En cuanto a los supuestos socialistas, Mamdani, miembro de la facción de los Socialistas Democráticos de Estados Unidos (DSA) dentro del Partido Demócrata, ya ha comenzado a reconciliarse con Wall Street y el Departamento de Policía de Nueva York, y ha ofrecido mantener conversaciones con Trump.

Una de sus principales partidarias, la representante Alexandria Ocasio-Cortez, declaró el martes por la noche en MSNBC que no tenía ningún problema con combinar a “socialistas” y agentes de la CIA en el mismo partido. “Nuestra tarea en todas partes es enviar a luchadores decididos a favor de la clase trabajadora donde sea posible”, dijo. “En algunos lugares—como Virginia, para la gobernación—eso se verá como Abigail Spanberger. En la Ciudad de Nueva York, inequívocamente, es Zohran Mamdani.” Ocasio-Cortez hizo una donación considerable a la campaña de Spanberger.

El día después del desastre electoral, los republicanos del Senado se reunieron con Trump en la Casa Blanca. Trump ya había publicado en redes sociales su propia explicación de la derrota: “TRUMP NO ESTABA EN LA BOLETA”. Repitió esa afirmación ante los senadores, diciéndoles, mientras los medios aún estaban presentes, que su ausencia en la boleta fue “la razón principal” por la que los republicanos perdieron.

Dado que la oposición al presidente fascista fue la principal motivación de los votantes el 4 de noviembre, esto es una tontería. Además, Trump se negó a hacer una sola aparición pública en apoyo a los candidatos republicanos en esta temporada electoral, una admisión tácita de su propia profunda impopularidad.

La otra explicación, esgrimida tanto por congresistas republicanos como por Trump, fue que las elecciones se realizaron en estados “azules”, es decir, tradicionalmente favorables a los demócratas, y por tanto no constituían un veredicto genuino sobre el desempeño de la administración de Trump. Sin embargo, el voto contra Trump se destacó no solo en áreas fuertemente demócratas, sino también en Georgia, donde dos demócratas fueron elegidos para la Comisión de Servicios Públicos del estado por primera vez en tres décadas, y en Pensilvania, donde los tres miembros de la Corte Suprema estatal apoyados por los demócratas fueron confirmados para nuevos mandatos de 10 años.

Trump también intentó desacreditar el propio proceso electoral, afirmando, como siempre sin la menor evidencia, que los resultados del 4 de noviembre se debieron a “elecciones manipuladas”, centrándose particularmente en California, donde casi todos los votos se emiten por correo. El propósito de tales declaraciones no es solo deslegitimar futuras elecciones donde los republicanos pierdan, sino preparar las condiciones políticas para acabar con las elecciones por completo.

El presidente ha insinuado esto en comentarios recientes, instando a los senadores republicanos a eliminar el filibusterismo. Cuando algunos senadores advirtieron que sin el filibusterismo los republicanos no podrían bloquear legislación en un futuro Congreso controlado por los demócratas, Trump respondió que deberían actuar para asegurarse de que los demócratas nunca regresen al poder.

“Vamos a aprobar leyes como nunca se ha visto, y será imposible vencernos”, dijo. “Si hacemos lo que yo digo, ellos—los demócratas—nunca—lo más probable es que nunca puedan acceder al poder porque habremos aprobado absolutamente todo lo que puedan imaginar…”.

Esta visión de dominio unipartidista perpetuo significa una dictadura impuesta por Trump.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 5 de noviembre de 2025)

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