La iniciativa del inspector general Carsten Breuer, el oficial de más alto rango de la Bundeswehr (fuerzas armadas), para reintroducir completamente el reclutamiento obligatorio marca una nueva etapa en los agresivos preparativos de guerra del imperialismo alemán. En una entrevista con el Redaktionsnetzwerk Deutschland, el oficial alemán de más alto rango exigió que en el futuro se “examinen generaciones completas” para así “saber quién está disponible y a quién podríamos recurrir en caso de defensa”.
Detrás del lenguaje burocrático se oculta un programa espantoso: la clase dominante quiere volver a seleccionar generaciones enteras por su utilidad como carne de cañón en futuras guerras. Breuer habla abiertamente de “potencial de crecimiento” y de “reservas de personal” que deben crearse para “reforzar nuestras tropas rápidamente si es necesario”. Exige la creación de una reserva de 200.000 reclutas, un paso que forma parte de una movilización bélica integral.
Cínicamente, Breuer afirma que el objetivo es la “disuasión por la paz”. En realidad, como demuestra toda su entrevista, se trata de preparativos activos para la guerra. “Lo importante es que nuestros soldados estén bien entrenados y posean las capacidades que les permitan sobrevivir en combate”, declara el general.
El nuevo (y viejo) espantajo del ejército alemán, que cometió crímenes inimaginables en dos guerras mundiales, es Rusia. Ochenta años después del fin de la guerra de exterminio de Hitler en el este, que condujo al Holocausto y mató al menos a 27 millones de ciudadanos soviéticos, Breuer declara:
En mis 40 años como soldado, nunca he vivido una situación tan peligrosa como la amenaza actual de Rusia. Podemos y debemos responder a esto con firmeza. Lo estamos haciendo mediante el desarrollo focalizado de nuestras capacidades militares, en la Bundeswehr y dentro de la alianza, y de hecho a pasos agigantados.
No es Rusia la que amenaza a Alemania y Europa, sino las potencias imperialistas que actúan como agresoras. La invasión reaccionaria de Ucrania por parte del régimen de Putin no cambia el hecho de que la OTAN provocó sistemáticamente el conflicto. Tras la disolución de la Unión Soviética en 1991, la OTAN avanzó hasta las fronteras de Rusia a pesar de todas las garantías, rodeó militarmente al país —rico en recursos y geopolíticamente central— y convirtió de facto a Ucrania en un puesto de avanzada de la OTAN. Desde la invasión rusa, las potencias imperialistas han escalado continuamente el conflicto y se preparan para una guerra directa contra una potencia nuclear. El mando militar alemán, en particular, parece no poder avanzar lo suficientemente rápido.
Breuer subraya repetidamente el factor tiempo: “Para finales de la década debemos contar no solo con una fuerza activa fuerte, sino también con una reserva igualmente fuerte, para estar listos para la defensa y poder disuadir”. De este modo, Breuer señala claramente el objetivo que el gobierno y la OTAN ya han fijado: Alemania y Europa deben estar en condiciones de librar una guerra contra Rusia a más tardar en 2030.
Este plazo aparece literalmente en la “ hoja de ruta para la preparación de la defensa 2030 ”, adoptada en la última cumbre de la UE, que contempla la construcción de una economía de guerra integral en Europa. Como advirtió el WSWS en su comentario sobre la cumbre, esta “hoja de ruta” no significa nada menos que la movilización de todo el continente para una gran guerra contra Rusia.
La exigencia de Breuer de imponer el servicio militar obligatorio y realizar un alistamiento generalizado es parte de la aplicación práctica de esta estrategia de escalada. Afirma que la Bundeswehr debe “cumplir los objetivos de capacidad de la OTAN”, lo cual requiere “un tamaño significativamente mayor de las fuerzas armadas”.
Estos objetivos de la OTAN son, en realidad, objetivos de guerra. Ya en la cumbre de la OTAN en Vilna de 2023, los estados miembros de la alianza declararon que era necesario proporcionar “todo el espectro de fuerzas, capacidades, planes, recursos e infraestructura”, “también para la guerra de alta intensidad, multidominio, contra competidores armados con armas nucleares”. Es decir, para una guerra directa con Rusia, también con armas nucleares.
En la cumbre de la OTAN de este año en La Haya, esta orientación se intensificó aún más. Los estados miembros acordaron aumentar su gasto militar al 5 por ciento del PIB en los próximos diez años, al menos un 3,5 por ciento para armamento y tropas, y un 1,5 por ciento para infraestructura, ciberdefensa y capacidad logística. Esto elevaría el gasto anual de los estados de la OTAN a 2,8 billones de dólares, más que el producto económico total de Italia o Canadá.
Alemania lidera este rearme de forma particularmente agresiva. El presupuesto de defensa alemán se elevará a más de 150.000 millones de euros en 2029, alrededor del 3,5 por ciento del PIB. Si se incluyen los gastos bélicos “vinculados a la infraestructura”, el gobierno está invirtiendo de hecho alrededor del 5 por ciento del total del producto económico en fines militares, es decir, aproximadamente 215.000 millones de euros anuales. Para aplicar esta locura, comparable únicamente al programa de rearme de los nazis en vísperas de la Segunda Guerra Mundial, el gobierno —con el apoyo de los Verdes y del partido La Izquierda— ha puesto a disposición 1 billón de euros para el rearme.
La entrevista con Breuer constituye una advertencia en dos sentidos: muestra cuán agresivamente se está preparando nuevamente la clase dominante para la guerra. Y muestra cuán provocativamente vuelve a actuar el mando militar alemán. Este domina cada vez más la política, algo que está política y explícitamente planificado.
En abril de 2024, el ministro de Defensa Boris Pistorius (Partido Socialdemócrata, SPD) ya había anunciado una reforma estructural para el “ ejército del futuro ”, que incluía la creación de una estructura de mando central unificada para la “planificación operativa nacional y el mando de las misiones”. Para ello, el Mando Territorial existente (para operaciones internas) y el Mando de Operaciones Conjuntas (para despliegues exteriores) se fusionaron en un único Mando Operativo de la Bundeswehr (fuerzas armadas). En ese momento comentamos:
Esta medida significa la refundación de un estado mayor general, que fue prohibido por el Acuerdo de Potsdam de 1945 tras el papel criminal desempeñado por la cúpula militar alemana en las dos guerras mundiales. Ahora está siendo reintroducido silenciosamente. El control civil sobre la Bundeswehr, consagrado en la constitución de la Alemania Occidental de posguerra, está siendo sustituido por el retorno de las ambiciones de guerra y de gran potencia del imperialismo alemán.
La intervención de Breuer, en calidad de jefe del estado mayor de facto, en el debate sobre el servicio militar obligatorio muestra hasta qué punto ya se ha materializado la “Bundeswehr del futuro”. La militarización, apoyada por todos los partidos en el Bundestag (parlamento), es inseparable de la creciente desigualdad social y de las tendencias autoritarias. Como el Sozialistische Gleichheitspartei (Partido Socialista por la Igualdad, SGP) y su organización juvenil y estudiantil, el JEIIS (IYSSE en inglés), han subrayado reiteradamente, la “preparación para la guerra” de la Bundeswehr no es compatible con la democracia. Requiere, como en el pasado, la supresión de la clase obrera y el establecimiento de formas dictatoriales de gobierno.
La reintroducción del reclutamiento obligatorio implica someter a la juventud a los intereses bélicos del capital, y debe combatirse sobre la base de una perspectiva política clara. El JEIIS explica en su declaración “Por una perspectiva socialista contra la reintroducción del servicio militar obligatorio”:
La guerra no surge simplemente de las malas intenciones de ciertos políticos en la cima de la sociedad, sino de las contradicciones objetivas del propio capitalismo. La contradicción entre un mercado mundial, por un lado, y su división en estados nación rivales, por el otro, conduce inevitablemente a la lucha por mercados y recursos—en forma de guerras.
Mientras exista el capitalismo, habrá guerras. ¡Esto significa que una “Bundeswehr pacífica” es imposible y una peligrosa ilusión! Es necesario sacar conclusiones decisivas: la lucha contra el reclutamiento obligatorio es la lucha contra la guerra y contra su raíz: el capitalismo.
La alternativa al servicio militar obligatorio, al militarismo y a la guerra, a la represión y al dominio político de los generales es la construcción consciente de un movimiento socialista internacional de la clase obrera. Solo mediante la expropiación de la oligarquía de armamentos y financiera, la disolución de la OTAN y la UE como alianzas militares imperialistas y el establecimiento de los Estados Unidos Socialistas de Europa se puede impedir una nueva guerra mundial.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 5 de noviembre de 2025)
