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Bosch eliminará 22.000 empleos en Alemania

En marzo de 2024, 10.000 empleados se manifestaron frente a la sede de Bosch en Gerlingen, cerca de Stuttgart, contra los despidos.

Tras anunciar la eliminación de 9.000 empleos el año pasado, Bosch ha incrementado ahora esa cifra en 13.000 más. Se trata de la mayor ronda de recortes en la historia de la empresa. El comité de empresa y el sindicato IG Metall ni siquiera sueñan con impedir esta masacre laboral. Es ahora más urgente que nunca la creación de comités de acción independientes de base que declaren la guerra al aparato sindical y sus burócratas en los centros de trabajo.

A finales de 2024, Robert Bosch GmbH empleaba a casi 418.000 personas en todo el mundo—alrededor de 11.600 menos que un año antes. En Alemania, la plantilla del grupo disminuyó en algo más de 4.500 personas, situándose en unos 129.600 (una caída del 3,4 por ciento). La división de Automoción, o Movilidad, es el mayor sector de Bosch, y es el mayor proveedor mundial de la industria automotriz, con 230.000 empleados, más de 70.000 de ellos en Alemania. Con el nuevo aumento anunciado en los recortes de personal, desaparecerán 22.000 empleos en Bosch en Alemania, la mayoría en la división automotriz, que representa más del 60 por ciento de los ingresos totales, que superan ligeramente los 90.000 millones de euros. El año pasado, los ingresos de la división de suministros cayeron un 0,7 por ciento hasta €55.800 millones. Para el presente ejercicio, Bosch preveía hasta hace poco un ligero crecimiento.

No obstante, se aplicarán nuevas reducciones de costos para proteger e incrementar las ganancias. En 2024, el grupo logró un margen del 3,5 por ciento, frente al 5 por ciento del año anterior. A principios de año, el director general de Bosch, Stefan Hartung, anunció “decisiones dolorosas” para la plantilla con el fin de duplicar los €3.500 millones de ganancias del año pasado y llevarlos al menos a €7.000 millones en un plazo de dos años.

Ahora, el director de Movilidad, Markus Heyn, y el director laboral, Grosch, han precisado las “dolorosas reducciones” en una entrevista con el Stuttgarter Zeitung y el Stuttgarter Nachrichten. Pretenden reducir los costes anuales de la unidad de negocio de Movilidad en €2.500 millones.

Para ello, se destruirán los medios de vida de unas 20.000 familias. Las divisiones más afectadas serán Power Solutions y Electrified Motion, con sus centros en Baden-Württemberg, en Feuerbach (3.500), Schwieberdingen (1.750) y Waiblingen (560) en el área de Stuttgart, así como Bühl (1.550) y Homburg (1.250).

La empresa indicó que todo esto se completará para finales de 2030. “Necesitamos urgentemente mejorar la competitividad en el área de Movilidad y reducir aún más nuestros costos de forma sostenible. Estamos moviendo muchas palancas para lograrlo”, dijo Grosch. Los recortes de personal adicionales, “más allá del nivel ya comunicado”, le dolían profundamente, “pero lamentablemente no hay otra alternativa”.

IG Metall (IGM) y el comité de empresa ven la situación desde el mismo punto de vista que los altos ejecutivos con los que comparten el consejo de supervisión, y su reacción es de “comprensión”. “No cabe duda de que la situación en la industria automotriz y de proveedores en Alemania y Europa es muy tensa”, afirmó Frank Sell, presidente del comité de empresa del grupo para el sector de Movilidad. En la misma declaración, dejó entrever cómo IG Metall y el comité de empresa pretenden imponer esta masacre laboral. “¡Rechazamos categóricamente una reducción de plantilla de esta magnitud histórica sin garantías simultáneas para proteger nuestras instalaciones en Alemania!”

En otras palabras: los recortes de personal cuentan con el apoyo de Sell y del comité de empresa si se hacen promesas de “protección” de las instalaciones. Sin embargo, en ningún momento de las últimas décadas, tales acuerdos han impedido el cierre de centros de trabajo. Las promesas de “protección” de las plantas solo son válidas mientras no se necesiten—es decir, mientras los negocios estén en auge. Pero, tan pronto como disminuyen los pedidos y con ello la producción, entra en vigor una cláusula de revisión que permite de todas maneras el cierre de fábricas e instalaciones. Tal como ahora plantea Bosch, los supuestos acuerdos de protección de las operaciones no son más que un medio y un pretexto con los que IG Metall y sus representantes del comité de empresa dan su bendición a los recortes exigidos y los imponen contra la fuerza laboral.

La principal preocupación del IG Metall y del comité de empresa en Bosch es que esta vez tal vez ya no consigan mantener bajo control a la plantilla, que en el pasado ha demostrado con huelgas y protestas que está dispuesta a luchar por sus trabajos. Aún más si ya no se les permite vender los recortes de personal como una medida “socialmente aceptable”.

Por un lado, el acuerdo actual de protección de las instalaciones vence a finales de 2027. Y por otro dato revelador, dado el alcance de la masacre laboral, Sell advirtió que “no tenemos ni de lejos suficientes jubilaciones para que los recortes se logren por vía demográfica”. No se pueden eliminar 22.000 empleos con los viejos mecanismos de jubilaciones anticipadas o paquetes de indemnización voluntaria.

Los burócratas de IG Metall y los representantes del comité de empresa de Bosch han asumido la tarea de ejecutar los ataques exigidos por la dirección de la empresa—y esto está lejos de ser el final. Sus homólogos en VW acordaron despidos masivos, cierre de plantas y recortes salariales de hasta el veinte por ciento. En Ford Colonia, han vuelto a habilitar despidos forzosos a través de un mecanismo de chantaje perverso y por etapas. Los representantes de IG Metall intentarán imponer los recortes en Bosch del mismo modo.

Es, por tanto, urgente crear una nueva forma organizativa para la lucha de los trabajadores, capaz de romper el control burocrático del aparato sindical y los comités de empresa. El Partido Socialista por la Igualdad (Sozialistische Gleichheitspartei) propone la creación de comités de acción independientes de base en cada fábrica, en cada centro administrativo, de investigación y desarrollo, en todos los lugares de trabajo y también en los barrios donde viven las familias trabajadoras. Estos comités deben convertirse en centros de resistencia contra la devastación social organizada por el gobierno y las corporaciones, no solo en Bosch, y unir a todos los sectores de la clase trabajadora.

Independientes de todos los partidos del establishment, de los burócratas sindicales y sus apologistas, los comités de acción son el instrumento para unir a los trabajadores y movilizar su inmenso poder industrial y económico—en Bosch y en toda la industria automotriz y de suministros—a escala internacional.

Un movimiento así, dirigido por trabajadores que realmente quieran luchar, necesita un programa claro y una estrategia definida. El punto central del programa debe ser que los intereses de la clase trabajadora tienen prioridad sobre los intereses de lucro de los dueños de las empresas y los accionistas. Ni un solo puesto de trabajo debe sacrificarse para seguir llenando las cuentas bancarias de los superricos con miles de millones más.

El elemento más importante de la estrategia es el internacionalismo. Los trabajadores deben rechazar el nacionalismo reaccionario, anticuado y autodestructivo de los sindicatos.

El presidente del comité de empresa, Sell, y IG Metall exigen las llamadas normas de “contenido local”. Los fabricantes de vehículos que deseen vender coches en Europa serían obligados a comprar componentes producidos bajo las condiciones existentes en Europa. “Para todos los productos industriales comercializados en Europa, debe existir una parte obligatoria de componentes europeos”, escribe IG Metall. “Quien vea a Europa como un mercado también debe asumir responsabilidad por el empleo en Europa. Por ejemplo: los fabricantes de automóviles chinos o estadounidenses”.

Esta es la respuesta nacionalista alemana a la guerra económica y comercial internacional. En vista de la globalización de la producción, que no se detiene ante las puertas de las fábricas individuales, esta postura es, en primer lugar, utópica y, en segundo, reaccionaria. Bosch tiene 420.000 empleados trabajando en todo el mundo en unos 100 grandes centros de producción y unos 70 centros de desarrollo en casi todos los países del mundo, incluyendo China y EE.UU., donde solo Bosch emplea a 53.000 personas.

Esta política que pretende aislar a los trabajadores de un país respecto a los de otro divide a los trabajadores en Alemania de sus compañeros en Estados Unidos, China y el resto del mundo. No es mejor que la política arancelaria del gobierno de Donald Trump en EE.UU. Y también allí es el sindicato United Auto Workers (UAW) quien apoya con vehemencia los aranceles de Trump.

Los trabajadores en Alemania y Europa no pueden librar una lucha eficaz si sus acciones no están coordinadas y unidas con las luchas de sus hermanos y hermanas en todo el mundo, sobre todo en Estados Unidos y China, quienes enfrentan los mismos ataques.

Todos los que quieran luchar por sus medios de vida—por empleos dignos, salarios decentes y una vejez segura—deben romper con el control nacionalista de los sindicatos. Actúen, participen en la construcción de comités de acción, envíennos un mensaje por WhatsApp al +49 163 337 8340 y rellenen el formulario a continuación.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 28 de septiembre de 2025)

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