El 27 de septiembre se celebrará en Berlín una gran concentración y concierto contra el genocidio en Gaza bajo el título “All Eyes on Gaza” (17:00–21:00, Großer Stern, Straße des 17. Juni). Miembros y simpatizantes del Partido Socialista por la Igualdad distribuirán y debatirán con los participantes la siguiente declaración.
La manifestación de hoy demuestra la enorme oposición al espantoso genocidio en Gaza. Millones de personas están conmocionadas por la brutalidad con la que Israel y sus aliados en Berlín y Washington están imponiendo sus intereses económicos y geoestratégicos en la región. Pero tras dos años de protestas de masas en todo el mundo, ha llegado el momento de hacer un balance político: ¿cuál es el trasfondo político, histórico y económico del genocidio? —¿Y qué estrategia y perspectiva pueden detenerlo?
Los organizadores de la manifestación de hoy, encabezados por el partido La Izquierda, promueven la ilusión de que esto es simplemente un caso de política errada por parte del gobierno alemán, que puede corregirse con un poco de presión desde las calles. Su llamamiento se queda en una serie de demandas al Bundestag (parlamento federal) y al gobierno, incluyendo ayuda humanitaria para Gaza, el fin de las entregas de armas y la liberación de rehenes por ambas partes, sin ir más allá de describir las atrocidades en Gaza.
Pero el gobierno alemán no ha adoptado simplemente el bando equivocado; es una fuerza motriz detrás del genocidio. Israel debe su existencia misma a su estrecha alianza primero con el imperialismo británico, y después con el estadounidense y alemán. Desde el principio, la expulsión y opresión de los palestinos sirvió para crear una cabeza de puente militar en Oriente Medio para imponer intereses geoestratégicos y económicos.
Las potencias imperialistas consideran que el genocidio en curso y la supresión de cualquier resistencia palestina son requisitos básicos para la reorganización de todo Oriente Medio, una región de máxima importancia por sus recursos naturales y su ubicación estratégica. El genocidio en Gaza es otro frente en el conflicto global por la redivisión del mundo. Por tanto, el apoyo del gobierno alemán no puede separarse de sus planes de guerra contra Rusia ni del gigantesco rearme que está implementando. Si no se detiene, condiciones como las de Gaza amenazan con extenderse a todo el mundo.
Pero el partido La Izquierda guarda silencio al respecto. Su llamamiento no contiene ni una palabra sobre el mayor rearme desde Hitler, ni sobre la escalada en curso de la guerra contra Rusia, ni sobre la introducción del servicio militar obligatorio y la militarización de toda la sociedad. En su lugar, formula peticiones amistosas al gobierno federal que sólo sirven para adormecer al movimiento.
La razón de esto es que el partido La Izquierda apoya esencialmente las políticas del gobierno federal. Tras haber regresado al Bundestag a lomos de la ola de protestas anti-AfD, se encargó inmediatamente de desmovilizar las manifestaciones y forjó una alianza con el canciller Friedrich Merz, quien había desatado las protestas al pactar con los fascistas de Alternativa para Alemania (AfD). El partido La Izquierda utilizó sus votos en el parlamento para posibilitar la rápida elección de Merz como canciller e incluso aprobó créditos de guerra por más de 1 billón de euros en el Bundesrat, la segunda cámara del parlamento alemán.
El partido La Izquierda ahora apoya abiertamente el rearme y se limita a exigir que este se recubra con algunas frases sociales. Su jefa parlamentaria, Heidi Reichinnek, declaró el miércoles al Tagesschau que Vladimir Putin era “por supuesto una amenaza para nuestra seguridad”, respaldando así la absurda narrativa de guerra del gobierno. Rechazó recortes en el inmenso presupuesto militar y criticó que, a pesar de los fondos especiales, la Bundeswehr aún no se hubiera convertido en un ejército capaz de defender Alemania. “Tenemos que hablar sobre lo que realmente se necesita comprar”, dijo Reichinnek.
El partido La Izquierda también apoyó la línea del gobierno sobre Gaza. El 12 de octubre de 2023, la bancada del Partido La Izquierda en el Bundestag votó unánimemente a favor de la resolución “Solidaridad con Israel”, la cual declara que “la seguridad de Israel” es una “razón de Estado” alemana. La resolución establece que Alemania debe “proporcionar a Israel todo lo que necesite y quiera para su defensa”. Además de más ataques a los derechos democráticos fundamentales, la resolución también pedía “medidas en materia de derecho de residencia”, es decir, deportaciones, contra activistas propalestinos.
El partido La Izquierda siguió esta línea en los meses posteriores, invocando repetidamente el “derecho de autodefensa” de Israel—como si la masacre de niños tuviera algo que ver con la defensa propia. Incluso el llamamiento a la manifestación de hoy afirma: “Condenamos todos los crímenes de guerra y violaciones de los derechos humanos, ya sean perpetrados por actores israelíes o palestinos”. Con ello, el partido La Izquierda equipara la lucha desesperada de un pueblo brutalmente oprimido durante décadas con el genocidio de un opresor fuertemente armado y aliado con las potencias imperialistas más poderosas del mundo.
Cuando ahora el partido La Izquierda intenta colocarse a la cabeza de las manifestaciones contra el genocidio, lo hace únicamente para controlar y sofocar el movimiento. Ve muy conscientemente su papel como defensor del capitalismo. Como partido estalinista del Estado en la RDA (Alemania Oriental), ya organizó la restauración del capitalismo y posteriormente participó en los peores recortes sociales en diversos gobiernos regionales. Su retórica izquierdista solo sirvió para imponer estas políticas.
Pero el genocidio en Gaza demuestra que el capitalismo es incompatible con las necesidades del pueblo. En su búsqueda de ganancias, las potencias imperialistas están de nuevo dispuestas a utilizar los métodos más brutales. Durante la crisis financiera y la pandemia lanzaron cientos de miles de millones de euros a los bancos y corporaciones. Ahora quieren recuperar ese dinero, junto con las enormes sumas destinadas al rearme, mediante recortes sociales y la guerra. La clase dominante solo tiene una respuesta ante la profunda crisis del capitalismo: guerra en el interior y en el exterior.
Con ese fin, Donald Trump está estableciendo una dictadura presidencial en EE.UU., construyendo campos de concentración para trabajadores inmigrantes, desplegando al ejército en las principales ciudades e intentando suprimir cualquier oposición a su gobierno de la oligarquía financiera. El Partido Demócrata se lo permite porque representa la misma oligarquía. En Francia, Macron usa a la policía contra el creciente movimiento de huelgas, y en el Reino Unido, Starmer declara sumariamente terroristas a los opositores al genocidio en Gaza y ordena su detención por cientos.
En Alemania, este proceso toma la forma de un gobierno de unidad nacional en el que la AfD, con su retórica antiinmigrante y militarista, marca la pauta. Y ni una sola voz en el Bundestag se alza contra la locura de una guerra contra Rusia, contra el rearme ni contra el genocidio. Para financiar el rearme y los regalos multimillonarios a los ricos, se están recortando la educación, la sanidad y el gasto social. Además, se están produciendo despidos masivos en la industria para adaptar Alemania a la guerra y la guerra comercial.
En todo el mundo se está gestando una resistencia masiva contra estos ataques y la locura de una guerra mundial. En las últimas semanas, cientos de miles han entrado en huelga en Francia contra los planes de austeridad y rearme de Macron, y decenas de miles han protestado en Italia contra el genocidio en Gaza. La manifestación de hoy también forma parte de esta movilización.
La cuestión crucial es la de la estrategia y la perspectiva. Si el movimiento permanece bajo el liderazgo de formaciones pseudoizquierdistas y procapitalistas como el partido La Izquierda en Alemania, el Nuevo Frente Popular de Mélenchon en Francia o Podemos en España, está condenado al fracaso.
Un movimiento serio contra la guerra debe vincular la lucha contra el genocidio con la lucha contra el rearme y la escalada bélica contra Rusia, y atacar la causa fundamental de esta barbarie: el capitalismo. Solo si se expropian los grandes bancos y corporaciones y se ponen bajo control democrático podrá evitarse una catástrofe. Porque el capitalismo está conduciendo—como ya lo hizo antes de las dos guerras mundiales—nuevamente hacia la barbarie, la guerra y el fascismo.
Este movimiento debe ser dirigido por la fuerza social que crea toda la riqueza y soporta toda la carga de la guerra y la crisis: la clase trabajadora internacional, la gran mayoría de la población. El Sozialistische Gleichheitspartei (Partido Socialista por la Igualdad, SGP) llama a formar comités de base en cada fábrica, centro de trabajo, escuela y vecindario. “Estos comités deben convertirse en centros de resistencia que unan a todas las secciones de la clase trabajadora (en la industria, logística, transporte, restaurantes y comida rápida, servicios sociales, defensa legal, educación, artes y cultura, entretenimiento, medicina, atención sanitaria, ciencias, tecnologías de la información, programación y otras profesiones altamente especializadas)”, como declara una declaración del partido hermano del SGP en Estados Unidos.
Los comités de base deben romper con la influencia paralizante de los sindicatos promotores del capital y ser completamente independientes de todos los partidos capitalistas, que—como el partido La Izquierda—hacen todo lo posible por descarrilar y suprimir el movimiento. Solo movilizando su poder independiente podrán los trabajadores poner fin al capitalismo y a su maquinaria de guerra.
Para lograrlo, los trabajadores deben unirse más allá de todas las fronteras nacionales, étnicas y religiosas. Deben contrarrestar el nacionalismo creciente y la guerra con la unidad internacional de los trabajadores en la lucha contra el capitalismo. Esto requiere, en particular, la defensa de los derechos de los trabajadores inmigrantes.
“La estrategia, organización y acción necesarias para derrotar a Trump, defender los derechos democráticos y evitar el fascismo y la guerra no surgirán espontáneamente”, continúa la declaración. “Este programa debe ser luchado. Pero la determinación necesaria para asumir y librar esta lucha es incompatible con el pesimismo y la desmoralización. Estos estados de ánimo conducen a la parálisis. Además, el pesimismo está invariablemente ligado a una valoración superficial y falsa de la realidad. Los demócratas, los sindicatos y los medios cultivan el mito de un gobierno todopoderoso mientras insisten en que no se puede hacer nada. Esto es una mentira. Lo que falta no es oposición masiva, sino una estrategia política que guíe y organice la lucha contra el ataque de Trump a los derechos democráticos”.
Llamamos a todos los trabajadores y jóvenes que estén de acuerdo con esta perspectiva a unirse al SGP para movilizar el poder de la clase trabajadora, derrotar la conspiración de los oligarcas y luchar por un futuro socialista libre de fascismo, genocidio y guerra.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 27 de septiembre de 2025)