Una ola de destrucción de empleos recorre Alemania. Los sindicatos, encabezados por IG Metall, están alineándose con las corporaciones y el gobierno. La clase trabajadora debe pagar por las ganancias de los ricos y de las empresas—no solo en Alemania, sino en todo el mundo.
El 30 de junio había 5,42 millones de personas empleadas en la industria alemana, 114.000 menos que 12 meses antes. En las seis semanas siguientes, las empresas alemanas anunciaron la eliminación de más de 125.000 empleos. La mayor siderúrgica del país, Thyssenkrupp, está recortando entre uno de cada dos y uno de cada tres puestos de trabajo, en total 11.000. Deutsche Bahn (Ferrocarriles Alemanes) planea eliminar 30.000 empleos, y su filial Cargo, 5.000. SAP recortará 3.500 empleos en Alemania y 10.000 a nivel mundial. Deutsche Post eliminará 8.000 puestos y Commerzbank, 3.900.
Los fabricantes de automóviles y sus proveedores ya habían anunciado despidos masivos: VW, 35.000; Mercedes, 40.000; Ford, 2.900; Audi, 7.500; Daimler Truck, 5.000; ZF, 14.000; y Bosch, Continental y Schaeffler, un total de 7.000. Ya se han destruido más de 51.000 empleos en la industria automotriz en los últimos 12 meses.
El aparato sindical—especialmente los dos sindicatos más grandes, IG Metall y Verdi (Sindicato de Servicios Unidos)—han hecho de la implementación de estos recortes su misión. El término “sindicato” es engañoso. Ya no tienen nada en común con las organizaciones que alguna vez se construyeron para defender los intereses de los trabajadores. En cambio, actúan como extensiones de las corporaciones y como policía empresarial—los trabajadores de Ford en Saarlouis hablaban de una “mafia”—bloqueando y saboteando toda lucha.
Los “contratos de futuro”, “acuerdos de seguridad laboral” y “convenios colectivos sociales” de los sindicatos son lo contrario de lo que sus nombres prometen. En Thyssenkrupp Steel, bajo el lema “Asegurar empleos para el futuro”, se están eliminando 11.000 de 27.000 puestos de trabajo y reduciendo los salarios en un 8 por ciento. Una medida más de “seguridad laboral” será el golpe mortal para Thyssenkrupp Steel.
Los sindicatos no solo están del lado de las corporaciones en el frente interno, sino también en la guerra económica, aduanal y comercial mundial. IG Metall acogió inmediatamente las reuniones anunciadas por el canciller Friedrich Merz (Unión Demócrata Cristiana, CDU) para las industrias automotriz y siderúrgica. Christiane Benner, presidenta de IG Metall, está instando a los empresarios a que cesen finalmente el debate sobre la deslocalización y trabajen junto a los empleados para construir una industria automovilística fuerte e innovadora. Mientras el presidente estadounidense Donald Trump balbucea “Primero América”, IG Metall responde “Primero Alemania” y eufemísticamente pide “poner fin al debate sobre la deslocalización”.
Shawn Fain, presidente del sindicato estadounidense de trabajadores del automóvil UAW, y Liz Shuler, presidenta de la federación sindical estadounidense AFL-CIO, han apoyado abiertamente los aranceles de Trump. Los aranceles han sido “siempre” considerados como instrumentos de “nuestra política comercial”, según Shuler. Jürgen Kerner, vicepresidente de IG Metall, argumenta en la misma línea al exigir “regulaciones arancelarias eficaces de la UE contra el acero de dumping procedente de China y Rusia”.
La guerra comercial va de la mano con el rearme y la guerra. En su primera declaración de gobierno, el canciller Merz anunció el objetivo de convertir a Alemania en la sede del ejército más grande y poderoso de Europa. El gobierno federal está suministrando armas a Israel para el genocidio en Gaza. El ministro federal de Economía, Lars Klingbeil (Partido Socialdemócrata, SPD), ha anunciado que armará a Ucrania con 9.000 millones de euros anuales para intensificar la guerra por poder de la OTAN contra la potencia nuclear Rusia, incluso sin el apoyo de EE.UU.
Los billones destinados al rearme, la guerra y la guerra comercial serán pagados mediante un ataque general contra todas las conquistas sociales restantes.
El ingreso ciudadano será recortado en 5.000 millones de euros anuales. Los fondos para refugiados ya han caído por debajo del nivel de subsistencia. El ataque contra los sectores más vulnerables de la sociedad está allanando el camino para el desmantelamiento de todo el sistema social. El 1 de septiembre, el diario FAZ se quejó de que el Estado de bienestar estaba sofocando el crecimiento económico con “el ingreso ciudadano mal concebido, el sentimiento de derecho constantemente promovido y las elevadas cotizaciones a la seguridad social”. Hay que renunciar a las cosas “queridas” “para que la economía pueda acelerar otra vez”.
Todo por lo que han luchado los trabajadores en los últimos 150 años está siendo atacado: el pago de salarios en caso de enfermedad, la atención médica, los cuidados en la vejez, la jornada de ocho horas, la jubilación a los 67 años. Si la clase dominante y el gobierno de coalición CDU-SPD se salen con la suya, todo esto pronto será cosa del pasado.
La ministra federal de Trabajo, Bärbel Bas (SPD), que calificó de “tonterías” el ataque de Merz contra el estado de bienestar ante los jóvenes ambiciosos del ala juvenil del SPD (Jusos), avaló esas “tonterías” solo unos días después.
Si hay algo que ya no pueden permitirse los trabajadores, no es el Estado de bienestar, sino los ricos. La desigualdad social en Alemania nunca ha sido tan grande como hoy. El 10 por ciento más rico posee más del 60 por ciento de toda la riqueza, mientras que la mitad más pobre solo posee el 3 por ciento. El 1 por ciento superior de la población posee alrededor de 3,2 billones de euros, aproximadamente el 35 por ciento de la riqueza total. Hay alrededor de 2,8 millones de millonarios y al menos 250 multimillonarios en Alemania.
La misma clase dominante que exige medidas de austeridad se enriquece como nunca antes y gasta billones en armamento y guerras. El imperialismo alemán busca por tercera vez convertirse en una potencia mundial.
Esta política también está respaldada por todos los partidos de la oposición en el Bundestag. Los Verdes son los defensores más enérgicos de la guerra contra Rusia y partidarios del genocidio israelí contra los palestinos. El partido La Izquierda aprobó créditos de guerra por valor de 1 billón de euros en el Bundesrat y facilitó la elección de Friedrich Merz como canciller mediante su apoyo. También se posiciona firmemente del lado de Israel y Ucrania.
La ultraderechista Alternativa por Alemania (AfD) quiere desmantelar aún más el Estado de bienestar y rearmar al ejército alemán incluso más rápido que todos los demás partidos. Por eso se la presenta deliberadamente como opción electoral mientras que sus políticas antiinmigrantes son aplicadas por el resto de los partidos a nivel federal y estatal.
Los ataques que se están preparando contra empleos, salarios, pensiones y el Estado de bienestar no pueden implementarse por medios democráticos. Cualquiera que haya visto a la policía de Berlín golpear a manifestantes contra el genocidio en Gaza sabe lo que espera a trabajadores, desempleados, estudiantes y jubilados que protesten contra los ataques a sus condiciones de vida.
El aparato sindical no puede ser reformado. Quien diga lo contrario es un farsante, un iluso o, en el mejor de los casos, un ingenuo. Con sus ingresos de seis cifras, los dirigentes sindicales forman parte de la acomodada clase media alta, que ha vinculado su suerte personal al sistema capitalista de ganancias. Estos burócratas deben ser expulsados del movimiento obrero y sus estructuras desmanteladas.
El Partido Socialista por la Igualdad y la Alianza Internacional Obrera de Comités de Base (AIO-CB) hacen un llamamiento a los trabajadores para tomar la iniciativa en la formación de comités de acción que funcionen de forma independiente al aparato sindical. Les aseguramos nuestro pleno apoyo en esta tarea. Cada fábrica, cada lugar de trabajo y cada barrio de la clase trabajadora debe transformarse en un centro de lucha coordinada.
La AIO-CB está organizada internacionalmente, lo que corresponde a la unidad objetiva de la clase obrera internacional frente a la globalización. En todos los países, los trabajadores enfrentan los mismos ataques, ante los cuales los sindicatos nacionalistas no tienen una respuesta progresista.
Esto es particularmente evidente en la vecina Francia. Tras la moción de censura contra el primer ministro François Bayrou, el presidente Emmanuel Macron nombró a su ministro de guerra, Sébastien Lecornu, como su sucesor. Lecornu debe llevar a cabo lo que Bayrou no consiguió: recortar al menos 44.000 millones de euros en gasto social para asegurar las ganancias de los ricos y financiar el gasto militar masivo. En segundo plano, el fascista Reagrupamiento Nacional (RN) está dispuesto a recortar no solo 44.000 millones de euros, sino 100.000 millones.
También en Francia, los sindicatos están saboteando la resistencia o desviándola. Después de que la convocatoria a protestas del 20 de septiembre, “Bloquémoslo todo” (“Bloquons tout”), recibiera una respuesta positiva, los sindicatos eligieron el 18 de septiembre para huelgas simbólicas con el objetivo de dividir y controlar el movimiento. El partido La Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon apoya los bloqueos con retórica radical, pero rechaza tajantemente una perspectiva socialista de derrocamiento del capitalismo.
Para enfrentar los cambios en la producción global, los trabajadores necesitan una orientación internacional y nuevas formas de organización que trasciendan las fronteras nacionales.
La clase trabajadora posee un inmenso poder social. Es capaz de paralizar la producción, detener toda la economía y derrocar a la clase dominante. Sin embargo, solo podrá desarrollar plenamente ese poder si se organiza de manera independiente y tiene claridad sobre sus tareas políticas. Lo que se necesita es una perspectiva socialista que sitúe las necesidades e intereses de la clase trabajadora por encima de los intereses de ganancia de las corporaciones y los superricos.
Contacta con la AIO-CB por WhatsApp al +49 163 3378340 o mediante el formulario a continuación. ¡Decídete hoy a formar un comité de acción en su lugar de trabajo o en su barrio!
(Artículo publicado originalmente en inglés el 15 de septiembre de 2025)