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El nuevo partido de izquierda de Corbyn: qué es y qué no es

El jueves 24 de julio, Jeremy Corbyn finalmente confirmó la creación de un nuevo partido de izquierda en Gran Bretaña. En tres días, más de 500.000 personas se habían suscrito a una lista de correo para construir 'Tu Partido', antes de la conferencia inaugural prevista para este otoño.

El anuncio marca un hito en la continua desintegración del Partido Laborista. Millones de trabajadores y jóvenes han llegado a la conclusión de que el Partido Laborista, bajo el liderazgo de Keir Starmer, es un partido irremediablemente derechista, proempresarial, belicista y defensor del genocidio en Gaza.

Jeremy Corbyn hablando en la Cumbre de la Resistencia en marzo de este año. Una protesta masiva contra la austeridad en la plaza Syntagma de Atenas, justo antes del referéndum de julio de 2015.

La breve declaración de lanzamiento del nuevo partido, firmada por Corbyn y la exdiputada laborista recientemente dimitida Zarah Sultana, declaraba: 'Es hora de un nuevo tipo de partido político. Uno que te pertenezca'. Señala a los millones que viven en la pobreza mientras 'corporaciones gigantes hacen una fortuna' y el gobierno proporciona 'miles de millones para la guerra', y a 'la complicidad del gobierno en crímenes contra la humanidad'.

La declaración exige una “redistribución masiva de la riqueza y el poder”, defiende “el derecho a protestar contra el genocidio” y se opone a culpabilizar a migrantes y refugiados, así como a que “las grandes empresas de combustibles fósiles antepongan sus beneficios a nuestro planeta”. Es 'la gente común la que crea la riqueza', continúa, 'y es la gente común la que tiene el poder de devolverla a donde pertenece'.

Millones están de acuerdo y ven la necesidad de un nuevo partido para poner en práctica estas ideas. Pero este no es ese partido. Aunque Corbyn se ha visto obligado a hacer una ruptura organizativa con el Partido Loborista, su nuevo partido no representa una ruptura política con el laborismo. Aboga por que solo se lleven a cabo reformas limitadas a través del parlamento, una nueva versión del Partido Laborista.

El carácter del partido está determinado, sobre todo, por su liderazgo. Se ha desarrollado durante los últimos meses bajo la dirección no solo de Corbyn, sino también de muchos integrantes de su equipo durante su etapa como líder del Partido Laborista, incluyendo a Karie Murphy (su ex jefa de gabinete) y Sheila Fitzpatrick, quien dirige el Proyecto Paz y Justicia de Corbyn.

A esta vieja guardia se suma Sultana, representante de la nueva generación de diputados corbynistas que entraron en el Parlamento en 2017, y la Alianza Independiente de Corbyn, compuesta por otros cuatro diputados elegidos exclusivamente por su oposición al genocidio de Gaza, sin trayectoria previa en la lucha por políticas de izquierda. Uno de ellos, el diputado Ayoub Khan, provocó controversia al preguntar a la viceprimera ministra laborista, Angela Rayner, si se podía recurrir al ejército para limpiar las calles de Birmingham durante la huelga de los recolectores de basura.

Este aparato se encargará de gestionar la conferencia inaugural del partido para que solo se adopte un programa de mínimo común denominador, basado en gran medida en las reformas sociales limitadas incluidas en los manifiestos de las elecciones generales de 2017 y 2019 del Partido Laborista bajo Corbyn.

Nada de esto ha cambiado, ni cambiará en el futuro, por el apoyo inmediato y universal que numerosas corrientes pseudoizquierdistas que se autoproclaman revolucionarias han brindado a esta iniciativa. El papel de grupos como el Partido Socialista de los Trabajadores (SWP), el Partido Comunista Revolucionario (RCP) y el Partido Socialista (SP) será el de animadores y defensores de este nuevo partido reformista. Serán ellos quienes se adapten a la política de Corbyn, y no al revés.

La coordinadora nacional de campañas del RCP, Fiona Lali, en un llamamiento dirigido a “Jeremy y Zarah” que pretendía ofrecer consejos revolucionarios para el programa del nuevo partido, insistió en que “este no es solo un momento para mirar hacia atrás”.

Pero no avancemos tan rápido. Es de suma importancia para la clase trabajadora que el historial del líder de facto de este nuevo partido sea el de una continua retirada ante sus oponentes de derecha.

Como líder del Partido Laborista, Corbyn participó en dos elecciones comprometido con la permanencia en la OTAN y el mantenimiento de las armas nucleares británicas. Él y su canciller en la sombra, John McDonnell, combinaron sus propuestas de reforma con una “ofensiva de té y galletas” para ganarse el apoyo de la City de Londres, mientras instruían a los ayuntamientos laboristas a aplicar los recortes exigidos por el gobierno nacional conservador.

La negativa de Corbyn a defender a sus simpatizantes ante una “caza de brujas por antisemitismo de izquierdas” allanó el camino para una campaña que sigue cobrando víctimas hasta el día de hoy.

Este fue el uso que Corbyn hizo de una oleada popular no menos significativa que la que ha recibido el anuncio de su nuevo partido: 600.000 personas pagaron para afiliarse al Partido Laborista en 2015 y 2016, específicamente para defenderlo y emprender una lucha contra el ala derechista blairista.

En la medida en que los muchos apologistas de Corbyn hacen referencia a estas experiencias hoy en día, la única lección que extraen es que las mejores intenciones de Corbyn fueron saboteadas por la derecha, y que, en un nuevo partido independiente del Partido Laborista, su agenda ahora puede realizarse. Por eso se extiende el mismo velo de amnesia histórica sobre las amargas experiencias que los trabajadores han vivido con rupturas similares por la izquierda respecto a partidos reformistas desacreditados: Podemos en España, el Bloque de Izquierda en Portugal, pero sobre todo, Syriza en Grecia.

Corbyn dijo explícitamente en 2015 que su liderazgo del Partido Laborista significaba que no era necesario repetir la experiencia de Syriza en Gran Bretaña. El colapso del viejo partido socialdemócrata en Grecia, el PASOK, podría evitarse en Gran Bretaña mediante el resurgimiento del Partido Laborista como organización 'socialista'. Después de apoyar a Corbyn en este esfuerzo, el SWP, el RCP y el SP ahora declaran que se requiere un partido a la izquierda del Partido Laborista después de todo, y Corbyn es el hombre para liderarlo.

Lo hacen en condiciones en las que Syriza y sus homólogos internacionales han llevado a cabo ataques devastadores contra la clase trabajadora. Elegido en 2015 en Grecia con la promesa de oponerse a la austeridad exigida por el capital financiero europeo, después de unos pocos meses Syriza traicionó por completo este mandato.

Escribiendo en el Socialist Worker, Tomáš Tengely-Evans afirma que esta traición podría tener lugar porque Syriza 'priorizó ganar elecciones sobre construir la lucha', cuando 'los socialistas necesitan usar la política electoral para defender la lucha y los movimientos y aumentar la confianza de la clase trabajadora para contratacar'.

Protesta contra la austeridad en la plaza Syntagma de Atenas en 2015

Pero Syriza fue respaldado por una enorme 'lucha' popular. Cientos de miles de personas se manifestaron en las calles en apoyo de un aplastante 'No' contra la austeridad en un referéndum convocado cínicamente por el primer ministro de Syriza, Alexis Tsipras, y su ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis. Lejos de que esta presión popular empujara a los líderes de Syriza hacia la izquierda, empujó al partido a una alianza cada vez más firme con el imperialismo.

La postura del SWP y de organizaciones similares es que los trabajadores están inmersos en una experiencia que los revolucionarios deben compartir como una facción crítica y solidaria dentro del nuevo partido de Corbyn. Después de haber pasado cinco años apoyando el plan de Corbyn para la transformación socialista del Partido Laborista, y cuatro años y ocho meses convenciéndolo de formar un nuevo vehículo reformista, ahora se comprometen a apoyar a Corbyn durante otros cuatro años, hasta las elecciones generales incluidas.

De algún modo, esto pretende preparar a la clase trabajadora para una ruptura revolucionaria con la política reformista de Corbyn. Incluso si se persiguiera con honestidad, este enfoque objetivista representaría un peligro extremo para la clase trabajadora, dejándola paralizada durante años por Corbyn mientras la clase capitalista prepara una contraofensiva feroz.

Como ha argumentado constantemente el Partido Socialista por la Igualdad, la degeneración y transformación del Partido Laborista en un partido no menos reaccionario que los conservadores, y igualmente despreciado, no es producto de ideas equivocadas y malos líderes. Está arraigado en cambios fundamentales dentro de los cimientos del capitalismo mundial. El desarrollo de la producción globalizada, la caída de las tasas de ganancia y la financiarización desenfrenada respaldada por la deuda pública han terminado con cualquier posibilidad de combinar una defensa del sistema de ganancias capitalista con reformas seguras, por limitadas que sean.

La clase obrera en Gran Bretaña e internacionalmente se enfrenta a un mundo en el que la oligarquía súper rica monopoliza un porcentaje cada vez mayor de la riqueza mundial y las potencias imperialistas construyen sus ejércitos para guerras por el territorio y los recursos. El derrumbe del nivel de vida de los trabajadores es el precio a pagar, mientras se imponen medidas propias de un estado policial y se fomentan partidos de derecha para reprimir la resistencia.

Los intentos de implementar cualquiera de las reformas defendidas por el partido de Corbyn serán enfrentados con una combinación de guerra económica, violencia de la extrema derecha y represión militar. Incluso la perspectiva de que Corbyn fuera primer ministro —controlado entonces por su partido parlamentario mayoritariamente blairista— fue suficiente para provocar amenazas de asesinato y de golpe militar.

La clase dominante responderá a cualquier desafío a la destrucción de los niveles de vida y la guerra imperialista con una represión salvaje. Esto ha quedado demostrado con el arresto de cientos de manifestantes contra el genocidio por parte del gobierno de Starmer y la ilegalización de Palestine Action bajo leyes antiterroristas. La victoria requerirá una movilización revolucionaria de la clase trabajadora: nacionalizar industrias críticas, confiscar la riqueza de los multimillonarios y una estrategia socialista internacional para asegurar la victoria.

Aterrados ante la posibilidad de un movimiento así, Corbyn y la dirección de su nuevo partido seguirían el ejemplo de Syriza—probablemente de una forma aún más servil. El papel del SWP, el RCP y el SP es desarmar a la clase trabajadora frente a estas realidades políticas.

El Partido Socialista por la Igualdad hará todo lo posible para alertar a los trabajadores sobre la situación y armarlos con el programa y la dirección necesarios. No seremos defensores ni apologistas de 'Tu Partido'. No es el nuestro. Nos comprometeremos con energía con los muchos trabajadores y jóvenes que actualmente ven en Corbyn a un líder, y trataremos de educarlos en las experiencias históricas fundamentales de la última década y más allá, las cuales señalan la necesidad de una perspectiva y un partido revolucionarios, internacionalistas y socialistas.

Nuestro objetivo es garantizar que la clase obrera no gaste sus energías en una campaña desmoralizadora para un partido que los llevará a la traición y la derrota, para garantizar que las ilusiones en el reformismo corbynista se disipen lo más rápido posible en preparación para las batallas revolucionarias de clase que se avecinan.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 26 de julio de 2025)

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