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La Unión Europea prepara represalias comerciales contra los aranceles de Trump

El secretario del Tesoro de EE. UU., Scott Bessent, y el canciller alemán Friedrich Merz, a la izquierda, asisten a una reunión durante la cumbre de líderes del G7 en Kananaskis, Alberta, Canadá, el martes 17 de junio de 2025. [AP Photo/Suzanne Plunkett]

Los conflictos económicos entre Washington y la Unión Europea (UE) están escalando, después de que Trump amenazara la semana pasada con imponer aranceles del 30 por ciento a las exportaciones europeas hacia Estados Unidos a partir del 1 de agosto. Los negociadores de la UE están preparando aranceles entre €72.000 y €92.000 millones contra exportaciones estadounidenses hacia Europa, lo cual podría desatar una catastrófica guerra comercial entre las dos economías más grandes del mundo. Las negociaciones entre EE. UU. y la UE para tratar de evitar estos aranceles masivos antes del 1 de agosto continúan.

Funcionarios de la UE han advertido que los aranceles del 30 por ciento encarecerían los productos europeos hasta sacarlos del mercado estadounidense, lo que acabaría con la relación comercial bilateral más grande del mundo —valorada en 1,7 billones de dólares en bienes y servicios por año. “Será casi imposible continuar con el comercio como estamos acostumbrados en la relación transatlántica”, dijo el jefe de comercio europeo, Maros Sefcovic. Hablando sobre los aranceles del 30 por ciento amenazados por Trump, Sefcovic agregó: “En la práctica, prohíbe el comercio”.

El canciller alemán Friedrich Merz se hizo eco de las advertencias de Sefcovic, después de que el instituto económico alemán IW calculara que Alemania podría perder €200.000 millones en exportaciones a Estados Unidos para 2028. Si Trump impone aranceles del 30 por ciento, Merz indicó: “Tendríamos que posponer grandes partes de nuestros esfuerzos en política económica, porque interferiría con todo y afectaría al núcleo de la industria exportadora alemana”.

La economía capitalista mundial está al borde del colapso, con billones de dólares en productos y millones de puestos de trabajo en juego. Los sectores automotriz, farmacéutico, alimentario, de maquinaria y de bienes de lujo de la UE, así como los sectores automotriz, aeroespacial, médico y alimentario de EE. UU., enfrentan pérdidas potencialmente masivas. Funcionarios estadounidenses están amenazando con la mayor subida de aranceles desde la devastadora ley Smoot-Hawley de 1930, que aceleró la caída del capitalismo hacia la Gran Depresión.

Incluso si se alcanza un acuerdo de última hora, la mera amenaza de cortar el comercio entre EE. UU. y la UE dejará una huella duradera en las relaciones entre el capitalismo europeo y el estadounidense. A ambos lados del Atlántico, ministros de gobierno y ejecutivos corporativos deben preparar planes de contingencia para el caso de que no haya acuerdo y el comercio se detenga totalmente. Las bases económicas de las relaciones pacíficas establecidas entre Washington y las principales potencias europeas tras la Segunda Guerra Mundial están colapsando.

En el amargo conflicto interimperialista que se está desarrollando, los trabajadores no pueden apoyar a ninguna de las facciones imperialistas rivales, cuyas políticas no tienen nada de progresistas. La raíz de esta crisis yace en las contradicciones irresolubles del capitalismo—en particular, entre la producción internacional y el sistema de Estados nacionales—lo cual conduce a una feroz lucha entre las potencias imperialistas por dominar industrias y mercados clave. La única resolución progresista a esta situación es la unificación de los trabajadores estadounidenses y europeos a través de una intensificación masiva de la lucha de clases internacional.

En medio de un declive prolongado de la competitividad estadounidense, los países de la UE encabezados por Alemania han desarrollado enormes superávits comerciales con Estados Unidos. El año pasado, la UE exportó €192.800 millones más en bienes a Estados Unidos de lo que este país exportó a la UE. Aunque los bancos y empresas tecnológicas estadounidenses lograron un superávit de 75.000 millones de dólares en servicios con la UE, eso aún le otorga a Europa una ventaja económica y financiera sustancial sobre EE. UU.

Mientras Trump enviaba cartas la semana pasada amenazando con nuevos aumentos arancelarios, lanzó una diatriba contra sus “aliados” europeos, reflejando la ira explosiva que se acumula entre la oligarquía financiera estadounidense ante este estado de cosas. “Estados Unidos de América ha sido estafado en el COMERCIO (¡y MILITARMENTE!) por amigos y enemigos por IGUAL, durante DÉCADAS”, escribió Trump en su red social Truth Social. “Ha costado BILLONES DE DÓLARES, y ya no puede sostenerse —¡y nunca lo fue!”

Esto hizo estallar las conversaciones para un acuerdo comercial que los negociadores europeos esperaban que limitara los aranceles estadounidenses contra la UE al 10 por ciento. Después de ello, sin embargo, los negociadores europeos elevaron la amenaza de represalias arancelarias desde un nivel anterior de €21.000 millones, y comenzaron a esgrimir el llamado instrumento anticoercitivo (ACI, por sus siglas en inglés). Invocar el ACI le permite a la UE reducir unilateralmente los pagos por servicios a empresas tecnológicas y financieras estadounidenses —que superan actualmente los €420.000 millones anuales—, así como bloquear a los bancos estadounidenses de participar en los mercados de contratación pública de varios billones de euros de la UE.

El presidente francés Emmanuel Macron tuiteó una llamada “a defender resueltamente los intereses europeos. En particular, esto implica acelerar la preparación de contramedidas creíbles, movilizando todos los instrumentos a disposición, incluido el instrumento anticoercitivo, si no se alcanza un acuerdo antes del 1 de agosto”.

Del mismo modo, el ministro de relaciones exteriores danés, Lars Lokke Rasmussen, afirmó: “Debemos prepararnos para estar listos para usar todas las herramientas… Si quieres la paz, debes prepararte para la guerra. Y creo que es ahí donde estamos”.

Alemania e Italia, que exportan más bienes a Estados Unidos y, por tanto, son más vulnerables a los aranceles estadounidenses, han sido más cautelosas en sus amenazas. Funcionarios europeos dijeron al Financial Times que esperan que un pánico en Wall Street ante el impacto económico de los aranceles de Trump obligue a retractarse. Sin embargo, después de que Macron propusiera invocar el ACI, Merz también señaló la disposición de Berlín a librar una guerra comercial, declarando: “El gobierno estadounidense debería saber que Europa está preparada para responder a cargas aduaneras excesivamente altas con medidas similares”.

Washington y la UE pueden escalar aún más el daño económico, más allá de las medidas comerciales ya anunciadas. Funcionarios de Bruselas temen que Washington pueda responder al uso del ACI cortando el acceso a servicios digitales clave en Europa, como la computación en la nube.

Por otra parte, mientras China reduce su uso del dólar y su tenencia de deuda del Tesoro estadounidense, Europa se ha convertido en una fuente clave de financiación para los enormes déficits comerciales y presupuestarios de Estados Unidos. En mayo, el Reino Unido superó a China como el segundo mayor tenedor de deuda del Tesoro estadounidense, con 809.400 millones de dólares. Los países de la UE en conjunto cuentan con aún más deuda del Tesoro, incluyendo Bélgica con 415.500 millones de dólares, Luxemburgo con 412.600 millones, Francia con 375.100 millones e Irlanda con 327.300 millones.

Esto potencialmente le da a los gobiernos europeos la capacidad de presionar a la endeudada economía estadounidense, ralentizando sus préstamos a Estados Unidos—lo que elevaría las tasas de interés y podría provocar una crisis del mercado de deuda estadounidense, en momentos en que el Tesoro de EE. UU. ya está teniendo dificultades para encontrar compradores.

Los trabajadores no pueden apoyar a ninguna facción de la élite gobernante, ni a aquellos que adoptan una línea conciliadora con el aspirante a führer estadounidense, ni a aquellos que buscan librar una guerra comercial total contra él. De hecho, ambas partes respaldan los vastos aumentos en el gasto militar de la UE—ya sea en nombre de mantener la alianza con Estados Unidos a través de la OTAN, o preparando un ejército europeo independiente que pueda actuar potencialmente contra los intereses estadounidenses. Los gobiernos europeos están financiando esta remilitarización—asentando las bases para guerras aún peores—mediante cientos de miles de millones de euros en ataques sociales contra la clase trabajadora.

La guerra comercial internacional no unifica a las clases dentro de cada país en una supuesta unidad nacional, sino que agudiza la polarización política internacional a lo largo de las líneas de clase. Mientras las clases dominantes persiguen sus intereses imperialistas rivales, los trabajadores en todos los países enfrentan los mismos problemas esenciales: austeridad social, pérdida de empleos en industrias exportadoras y sus cadenas de suministro afectadas por los aranceles, y el aumento del costo de vida al encarecerse las importaciones.

Estas dificultades económicas cada vez mayores pronto provocarán luchas de clases crecientes. La cuestión decisiva será la unificación internacional de las luchas de los trabajadores en Estados Unidos y Europa, oponiéndose en particular a los intentos de los gobiernos imperialistas y las burocracias sindicales de dividir al proletariado según líneas nacionales. Solo una lucha común de la clase obrera para sacar los recursos de la economía mundial de las manos de los imperialistas y subordinarlos a las necesidades sociales en lugar del lucro privado puede detener la aceleración del colapso del sistema capitalista.

(Artículo originalmente publicado en inglés el 22 de julio de 2025)

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