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Ucrania y EE. UU. firman acuerdo sobre minerales críticos

Tras intensos conflictos entre Kiev y Washington, y entre las potencias imperialistas de Europa y Estados Unidos, EE. UU. y Ucrania firmaron el miércoles un acuerdo sobre minerales críticos.

El presidente Donald Trump se reúne con el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, en la Torre Trump, el 27 de septiembre de 2024, en Nueva York. [AP Photo/Julia Demaree Nikhinson]

El acuerdo otorga a EE. UU. importantes prerrogativas en la explotación de 57 recursos minerales en Ucrania, incluyendo minerales críticos, petróleo y gas. Poco después de la firma del acuerdo, el jueves, la administración Trump anunció la entrega de 50 millones de dólares en ayuda militar a Ucrania, levantando la suspensión previa de esta asistencia por parte del gobierno estadounidense.

Aunque fue suavizado respecto al contrato de saqueo neocolonial descarado que EE. UU. presentó en febrero, el acuerdo resalta el carácter imperialista y depredador de la guerra en Ucrania. Lejos de defender la “democracia” y la “libertad”, el conflicto siempre ha tenido su raíz en el impulso de las potencias imperialistas por controlar los vastos recursos y riquezas de toda la antigua Unión Soviética, incluyendo a Ucrania y Rusia. Por esta razón, provocaron deliberadamente la invasión reaccionaria de Ucrania por parte del régimen de Putin, en un intento por convertirla en el punto de partida del reparto imperialista de toda la región.

Como analizó el World Socialist Web Site en 2022, en el trasfondo de la guerra está la desenfrenada búsqueda por parte de las potencias imperialistas de minerales críticos que son vitales para el funcionamiento de la economía moderna, en especial para la producción de microchips y el desarrollo de tecnologías avanzadas como la inteligencia artificial y los vehículos eléctricos. La gran mayoría de la extracción y el procesamiento de estos minerales críticos a nivel mundial se realiza actualmente en China, que es el principal objetivo de los preparativos de guerra del imperialismo estadounidense.

En este contexto, los recursos naturales de la ex Unión Soviética, incluyendo, pero no limitándose a Rusia y Ucrania, han adquirido importancia estratégica para las potencias imperialistas. Además de poseer recursos como petróleo, gas y oro, tanto Rusia como Ucrania cuentan con grandes yacimientos conocidos de minerales críticos, como el litio y el titanio.

Bajo el lenguaje de los “derechos humanos” y la “democracia” utilizado por el gobierno de Biden, la administración Trump ahora defiende abiertamente estos intereses depredadores como la fuerza motriz de la política exterior estadounidense.

En contraste con el borrador presentado en febrero, que habría otorgado a EE. UU. la propiedad total y los derechos de explotación sobre todos los recursos naturales de Ucrania, el acuerdo final contempla la creación de un “Fondo Conjunto de Inversión para la Reconstrucción” con representación equitativa entre EE. UU. y Ucrania. Durante los primeros 10 años, todos los ingresos serán destinados a la “reconstrucción” de Ucrania. Sin embargo, las empresas estadounidenses tendrán derecho preferente para invertir en y adquirir cualquier proyecto impulsado por este fondo.

Toda asistencia militar adicional de EE. UU. a Ucrania contará como contribución a este fondo. Para este acuerdo, EE. UU. ha renunciado a la exigencia anterior de Trump de que Ucrania “reembolse” toda la ayuda militar brindada hasta ahora, estimada en 67.000 millones de dólares. Como en el pasado, EE. UU. se ha negado a incluir cualquier tipo de “garantías de seguridad” para Ucrania en el acuerdo.

Ucrania deberá destinar el 50 por ciento de todos los ingresos generados por las nuevas licencias de petróleo, gas y minerales críticos para financiar su participación en este fondo.

Mientras que el borrador de febrero otorgaba a EE. UU. derechos exclusivos sobre la extracción de los minerales ucranianos, el acuerdo firmado menciona la integración a la Unión Europea como una posibilidad para Ucrania y permite renegociar las condiciones “de buena fe” para cumplir con eventuales obligaciones contractuales con la UE.

El borrador de febrero provocó airadas reacciones de las potencias imperialistas europeas, que temen ser desplazadas en el saqueo de Ucrania. Al igual que la clase dominante estadounidense, la burguesía europea, especialmente en Alemania, Francia y el Reino Unido, ha invertido miles de millones en el conflicto con Rusia en Ucrania para asegurarse su “derecho” a los vastos recursos de la región. Para competir con EE. UU. y asegurar depósitos para la burguesía europea, la UE inició en febrero negociaciones sobre una “asociación beneficiosa para ambas partes” con Kiev.

A pesar de un intento vago de reconocer los intereses de Alemania, Francia y otras potencias imperialistas europeas en el lenguaje del acuerdo, éste fue definido claramente en un esfuerzo por anticiparse a sus maniobras para hacerse con el botín. El acuerdo entre EE. UU. y Ucrania estipula que “sin perjuicio de cualquier nueva legislación de Ucrania o enmiendas a su legislación que puedan adoptarse en el futuro”, EE. UU. y las compañías estadounidenses recibirán “un trato no menos favorable al requerido por este Acuerdo”.

Dicho “trato” garantiza que no habrá impuestos, aranceles, derechos, deducciones ni retenciones de ningún tipo sobre las ganancias obtenidas por las corporaciones estadounidenses mediante la extracción de recursos naturales en Ucrania.

Nominalmente, Ucrania conserva la propiedad y el control plenos sobre sus recursos y puede decidir quién extrae qué y dónde. Pero, desde el punto de vista de la clase obrera, esta “independencia” es una ficción. Ucrania está gobernada por una oligarquía criminal que, al igual que su contraparte rusa, surgió de la destrucción de la Unión Soviética por parte de la burocracia estalinista en colaboración con las potencias imperialistas. Desde entonces, los oligarcas ucranianos, al igual que los rusos, han amasado enormes fortunas saqueando activos estatales y vendiendo los recursos del país a las potencias imperialistas.

Así, por su base socioeconómica e historia, la oligarquía ucraniana está intrínsecamente vinculada a las potencias imperialistas, entre las que maniobra constantemente y en nombre de las cuales ha enviado a cientos de miles de ucranianos a la carnicería. Aunque el acuerdo pueda proporcionar a los oligarcas una base para desviar parte de las ganancias de la extracción de recursos para su propio enriquecimiento, en su esencia es la base pseudolegal para la explotación neocolonial de los recursos del país.

Como en tantas incursiones coloniales del pasado, su fundamento objetivo es muy endeble. Un estudio de la ONG canadiense SecDev en 2022 estimó que los yacimientos de minerales críticos de Ucrania tienen un valor de 12 billones de dólares, cifras que han sido repetidas por políticos de la OTAN desde entonces. Sin embargo, la gran mayoría de los yacimientos no están desarrollados, y muchos expertos ponen en duda el supuesto “el dorado de los minerales críticos” en Ucrania.

Javier Blas, columnista de energía y materias primas de Bloomberg, señaló en Twitter/X:

No es la primera vez que EE. UU. se equivoca en cuestiones geológicas en una zona de guerra. En 2010, EE. UU. anunció que había descubierto yacimientos minerales sin explotar en Afganistán por valor de un billón de dólares, incluyendo algunos cruciales para las baterías de autos eléctricos, como el litio. Fue una fantasía total. … ¿Tiene Ucrania riquezas minerales? Sí. Tiene grandes depósitos de mineral de hierro y carbón, pero ninguno es estratégicamente importante a nivel global. Antes de la guerra, Ucrania producía sólo un poco más de mineral de hierro que países como EE. UU., Canadá o Suecia… Pero lo clave es que Ucrania no tiene depósitos comerciales. Casi universalmente, los documentos en línea confunden pequeñas acumulaciones de minerales con contenido de tierras raras con una mina comercial. No son lo mismo.

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Además, se estima que el 50 por ciento de todos los recursos minerales de Ucrania se encuentran actualmente en territorios controlados por Rusia. Sin duda, están teniendo un papel crucial en las actuales negociaciones entre EE. UU. y Rusia.

Los estragos de la guerra complicarán aún más cualquier intento de extracción de materias primas. Tras más de tres años de guerra, Ucrania es actualmente el país más minado del mundo. Se estima que, hacia finales de 2024, entre el 25 y el 30 por ciento del territorio del país —aproximadamente 174.000 kilómetros cuadrados— están contaminados con millones de minas terrestres y otros explosivos. Al menos 413 personas han muerto por minas desde 2022. La gran concentración de minas ya ha afectado gravemente a la agricultura ucraniana, que ha perdido tierras cultivables del tamaño de Bélgica como resultado. Esto inevitablemente plantea obstáculos significativos para la extracción de recursos naturales de cualquier tipo.

Sea cual sea el resultado inmediato de este acuerdo y de las futuras negociaciones entre la administración Trump y el Kremlin, los trabajadores deben considerar el acuerdo como una advertencia clara sobre el carácter de los acontecimientos en curso: La guerra en Ucrania, con sus cientos de miles de muertos y millones de heridos, no es más que la primera fase de una redistribución imperialista del mundo, enraizada en la crisis irresoluble de todo el sistema capitalista y acelerada por el declive del imperialismo estadounidense.

Sólo podrá ser detenida mediante la intervención de la clase obrera internacional, que debe unificarse sobre la base de un programa socialista y movilizarse en oposición a las clases dominantes de todos los países.

(Artículo originalmente publicado en inglés el 1 de mayo de 2025)

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